Buenos días!
Os traigo un pequeño fragmento que también podréis encontrar en amazon, pinchando en la imagen de la portada:
Aquí podréis leer los tres primeros capítulos gratis, así que ánimo, espero que os guste ;-)
(Fragmento del capítulo 2)
(...)
—Soy todo tuyo, cariño —dijo con
una sonrisa perversa.
Elsa acercó su rostro al suyo y
sonrió ante su acertado comentario. Los labios de Román estaban entreabiertos,
y ella le acarició con suavidad con la lengua. Atrapó su labio inferior y lo
mordisqueó sin hacerle daño. Vio que sus ojos se oscurecían, y la miraban con
intensidad.
—Eso me encanta —murmuró Elsa junto
a su oído. Jugueteó con el lóbulo de su oreja y oyó un gruñido de placer.
Eso la hizo vibrar por dentro y por
fuera. Se dijo que si no comenzaba, al final se dejaría llevar, dejaría que la
penetrara sin compasión y la follara hasta perder el sentido, hasta que gritara
su nombre una y otra vez a pleno pulmón. La idea era de lo más tentadora, pero
deseaba que Román tuviera su regalo; aún cuando su cuerpo pidiera a gritos la
liberación que tanto ansiaba.
Le dedicó una perversa sonrisa y se
separó de él.
Con un pequeño mando a distancia
que había en la mesilla, subió el volumen de la música, y después lo dejó donde
estaba. Se giró para darle la espalda, pero echó un rápido vistazo a su pene
erecto; le lanzó una sonrisa de suficiencia y tras mirarle a los ojos, que él
tenía entrecerrados, se preparó para dar comienzo al espectáculo. Cogió aire
para calmar su agitada respiración.
Puso sus manos en sus caderas, de
manera que fueran visibles para él. Estaban a poca distancia, apenas a unos dos
metros; cualquier sonido sensual que escapara de sus labios, lo escucharía, y
cuando empezó a subir sus manos con lentitud por todo el contorno de su
vestido, dejó escapar un erótico gemido por sus labios. Llegó hasta su pecho y
siguió subiendo hasta su pelo. Lo recogió con las manos y lo pasó por su
hombro, para dejar su espalda al descubierto. El vestido le llegaba por debajo
de los omóplatos, por lo que no tuvo que hacer ningún esfuerzo para coger el
inicio de la cremallera y empezar a bajar con lentitud, dejando su piel clara
al descubierto. Era una sensación muy erótica estar desnudándose para alguien,
sobre todo cuando la otra persona, tenía los ojos clavados en ella, y la miraba
con esa lujuria.
Pensó quitarse los tacones, pero
sabía que a Román le parecerían un toque muy sensual, así que se los dejó
puestos. Pudo oír que se removía en su asiento, y le encantó saber que estaba
inquieto, y muy excitado. No habría esperado otra cosa de él, porque era un
hombre muy apasionado, y sabía que disfrutaba con su cuerpo desnudo. Siempre le
decía lo mucho que le gustaba verla como Dios la trajo al mundo. Apenas podía
apartar las manos cuando la tenía cerca, y Elsa disfrutaba siempre con su
cuerpo. Y con el de Román. Estaba tan bueno que quitaba el aliento.
La música continuaba con su provocadora
melodía y Elsa contoneó sus caderas al compás. Empezó a sentir electricidad en
el ambiente y sonrió para sí misma. Cuando bajó del todo la cremallera, en
lugar de quitarse el vestido, se giró hacia él con una mirada hambrienta.
Vio a Román muy concentrado en su
exhibición, con sus manos apretadas en fuertes puños. Sabía que le costaba
contenerse. No era un tío que disfrutara manteniéndose quieto, pasivo; muy al
contrario, era un hombre de acción.
Bajó los tirantes con suavidad,
rozando su propia piel con sus dedos. El sujetador era sin tirantes, de forma
que aún estaba oculto. Cuando tuvo los dos hombros desnudos, y mientras bailaba,
se inclinó hacia delante, para que su excitado marido, tuviera una buena visión
casi completa de sus pechos. Su mirada por su cuerpo era como una sensual
caricia, pudo sentir sus manos aunque no la estuviera tocando, y su propia
respiración se volvió errática, superficial. Estaba muy excitada, y deseosa de
tenerle dentro, de disfrutar de todo él.
Jugueteó con su pelo y decidió
provocarle un poquito más. Giró la cabeza hacia el lado derecho y lamió con
sensualidad su hombro desnudo. Dejó escapar de sus labios un jadeo y en
respuesta, oyó que Román cambiaba de posición en el sofá y se inclinó hacia
delante.
Le miró directamente a los ojos,
que revelaban un elevado grado de exaltación, y puso un dedo en sus labios,
para indicarle que guardara silencio, pero sin dejar su pose provocativa.
—Shhh… cariño, relájate —ronroneó—.
Esto acaba de empezar.
—Me estás matando, nena —siseó este
con voz grave, cargada de deseo—. Cuando te coja, te voy a destrozar —sentenció
con voz ronca sin dejar de observar todos sus movimientos.
Ella soltó un suave grito
complacido y ahora lamió su dedo con su lengua, muy lentamente, de manera
perversa. Después lo mordisqueó con una ligera sonrisa juguetona. Pudo
comprobar que Román se tensaba, y buscaba una posición más cómoda. Este miró
hacia su entrepierna y luego a ella, sonriendo a su vez de manera intencionada,
sabía que apenas podía contenerse y que deseaba coger su pene y aliviar toda la
tensión que iba acumulando. Elsa miró hacia su erección y su calor interior
aumentó varios grados en segundos. Estaban al límite. Ella lo sabía, él lo
sabía. El juego pronto acabaría. Moría de ganas por tocarle, como estaba segura
que le ocurría a él, pero estaba siendo muy divertido y no tenía intención de
parar ahora. Los preliminares podían ser tan excitantes como la penetración,
aunque ahora mismo deseaba que la poseyera sin contenciones. Ella misma notaba
que su vagina se humedecía, estaba deseando una pronta liberación y respiró
hondo para intentar calmarse, aunque era tan difícil como decirle a un volcán
en erupción que dejara de soltar lava.
Comenzó a bajar el vestido hasta su
cintura y así, Román pudo apreciar su conjunto de ropa interior. Este dejó
escapar una risa ahogada. Elsa mordió su labio inferior con lascivia y paseó su
lengua por el superior. Sabía que eso lo mataba, pero en el buen sentido.
Estaba segura de que había acertado en su elección, aunque a ella misma no le
gustara demasiado ese tipo de lencería.
—¿Qué te parece? —musitó con la voz
entrecortada.
—Mmm… me gusta más de lo que te imaginas…
—comentó él con aire distraído y la voz ronca, sin dejar de contemplar sus
movimientos y gestos.
Antes de seguir bajando, Elsa
olvidó el vestido y masajeó sus pechos por encima de la tela. Le encantaba
provocarle, y estaba convencida de que Román estaba a punto de estallar. No le
dio ninguna pena, porque ella misma estaba en el mismo estado: abrumada por las
sensaciones que la situación les estaba provocando a ambos.
Sin embargo, cuando percibió lo
agitado que estaba, se apiadó de él, y quiso permitirle un pequeño aliciente.
—Ahora puedes tocarte —concedió con
un susurro.
Esa visión la dejó sin aliento.
Tuvo que concentrarse para seguir con su baile erótico, de ese modo llegarían
al punto que los dos buscaban, aunque era difícil, puesto que le encantaba
admirar cómo movía su mano por toda su longitud. Quería ser ella la que
acariciara su pene de arriba abajo, despacio, gozando de tenerle a su merced.
Colocó sus dedos en el borde del
vestido que estaba arremolinado en su cintura y comenzó a bajar despacio, sin
dejar de moverse y de mirarle, mientras bailaba y le sonreía a la vez. Al
final, dejó su vestido convertido en un charco de tela negra en el suelo y con
un pie, lo envió de una patada a unos metros de distancia. Ahora estaba casi
desnuda, mostrando su excitado cuerpo.
Sus caderas se contoneaban y
deslizó sus manos, con una leve caricia desde su cuello hasta sus pechos, y de
ahí, hasta su ya húmeda entrepierna. El tanga que llevaba era semi
transparente, así que sabía perfectamente que Román estaba teniendo una
detallada visión de su depilado pubis. Paseó sus manos por allí con suavidad y
lentitud.
Román tenía la boca ligeramente
abierta, y Elsa pudo ver con claridad que estaba asombrado; no sabía si por su
exhibición, o por el bailecito que le dedicaba, ya que era algo que no había
hecho antes, pero le encantó que estuviera disfrutando. Se sintió sexy,
poderosa, y muy, pero muy caliente. Había llegado el momento de subir el nivel.
Jugueteó con la fina tira del tanga, pero sin moverla del sitio, para
provocarle. Paseó sus dedos por su centro, aunque por encima de la tela,
mientras que con la otra mano, seguía acariciando su cuerpo. Se giró para que
tuviera una visión completa de su semi desnudo cuerpo, y aprovechó para rozar
con suavidad sus muslos y glúteos. En esta posición, podía seguir moviéndose,
para que él no perdiera detalle de sus partes más íntimas y fue entonces cuando
decidió que ya era hora de desvelar la mejor parte. Bajó la delicada prenda
hasta el suelo y sus manos subieron por sus piernas con delicadeza. Elsa hizo
un sonido de placer para que Román supiera que gozaba con aquello también,
incluso sin apenas tocarse. Echó hacia un lado el tanga para no pisarlo y se
dio la vuelta despacio, para quedar de frente.
En ese instante le dieron ganas de
saltar sobre él. Los movimientos de Román también eran lentos mientras subía y
bajaba su mano por su pene erecto, y a Elsa se le hizo la boca agua. Quería más.
A él. Y lo quería ya.
(...)
Espero que lo hayáis disfrutado, y os haya abierto el apetito... y por su fuera poco, os presento a nuestro Román... El atractivo marido de Elsa, que dará mucho juego en esta historia...
Feliz martes!!
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