Sinopsis:
Idris Carrigan y Patrick Raynolds son amigos desde hace
mucho tiempo. Sus destinos se han visto apartados momentáneamente por razones
como el matrimonio y decisiones con resultados escabrosos. Pero una noche
inesperada, en un sitio donde las almas sólo buscan placer, volverán a
hallarse, por primera vez solteros y con ganas de acompañar sus soledades.
Algunas parejas son unidas por el amor, pero ¿qué ocurre cuando es el sexo, la
pasión y el dolor son los que te atan a la otra persona? Ambos estarán a punto de
averiguarlo y definitivamente se verán envueltos en un sube y baja de
emociones… al menos hasta que uno de ellos descubra el secreto del pasado del
otro. Una historia con narrativa fresca y contemporánea con la cual los
lectores se pueden identificar.
Descripción de los
personajes:
Idris es una joven que ha vivido una experiencia
terrible, no solamente en su matrimonio fallido, sino con cada tipo con el que
se ha topado. Es una mujer sumisa en la cama, pero tiende a actuar muy
honestamente en cuanto a sus sentimientos, dejándose llevar por ellos. No es la
típica protagonista amable, tierna y dócil. Es sarcástica, graciosa y muy
entregada a su sexualidad, la cual sabe que es el arma más poderosa que posee.
Nunca pensó en enamorarse y menos de Patrick, al que conoce como el peor de los
mujeriegos, con una pésima reputación y un misterio escondido en su mirada
penetrante y salvaje. Es un hombre que lucha por lo que quiere, y su tremendo
magnetismo y pasión le son de gran ayuda a la hora de conseguirlo. El contraste
entre estos personajes se vuelve algo magnífico cuando están juntos. Las
sonrisas con el dolor, los sarcasmos con la dulzura que ambos desconocen, la
vida con la muerte de sus almas, que apenas comienzan a recobrarse de sus
terribles andanzas anteriores. Idris y Patrick son la pareja que todos desean
para sí, pero que nadie admite necesitarla.
*Nota de la Autora Mariela Villegas R:
Novela inspirada en la canción “Hoy el Aire Huele a Ti”
del compositor Juan Carlos Calderón, interpretada por el cantante Luis Miguel
en su décimo primer álbum “20 Años”. 18 de Mayo de 1990.
Prefacio:
Un destino que une y separa al mismo tiempo a dos almas.
Amigos de hace años que descubren, gracias a la cercanía de los cuerpos, un
mundo diferente, erótico, sensual y precario. Idris y Patrick, personalidades
similares y muy distintas a la vez, volátiles, vehementes, se encontrarán
envueltos en la más tórrida relación por circunstancias que ellos mismos han
creado. Intentando escapar de sus pasados, hallarán un futuro alternativo lleno
de altas y bajas, pero donde siempre permanece una cosa: la pasión en una
melodía.
Ella
era una mujer recién divorciada, aunque su juventud se notaba en la belleza de
su perfecta piel broncínea, firme y divinamente apretada a su estructura
delgada, más delgada de lo que solía estar, porque la depresión arrasaba con su
sanidad. Sus pupilas verdes y profundas dejaban ver una opacidad dentro de la
cual se podía vislumbrar los mil años que las heridas habían acumulado en su
corazón. Era un cuerpo jovial que encerraba un alma cansada. Pasaba muchas
horas de la noche durmiendo y cuando por fin se despertaba, se cubría con las
sábanas para no dejar entrar lo que el nuevo día tenía para ofrecerle,
simplemente porque sabía con exactitud lo que le esperaba: otra buena cuota de
llantos y dolor agudo, esterilizante, otro calvario fulminante distribuido en
segundos, minutos, horas… Otra percepción demoníaca de lo terrible de su
soledad y de la magnitud de sus laceraciones. Inhalaba profundamente y se ponía
de pie, pero ya no podía dejar de moverse, lo sabía. De otro modo, se sofocaría
entre memorias que latían junto con su agobiado corazón. Observaba todo bajo el
manto gris de su desdicha. Si acaso hacía una comida al día (eso si no se presentaban
las imágenes de su amado malicioso para arrebatarle el apetito) e iba a
trabajar al kindergarten por mera obligación, por cumplir con su función en la
humanidad, a pesar de nunca haber tenido clara cuál era esa función. Su nombre
era Idris Carrigan.
Él
era un joven lleno de vitalidad, aunque distaba mucho de ser saludable. Sus
días transitaban por el efímero camino del hedonismo. Los fines de semana, se
iba de fiesta en fiesta para esconder el vacío en su alma y la carencia de
honestidad hacia sí mismo. Su única meta en la vida desde la devastadora
ruptura con su antigua novia, consistía en follar a cuanta mujer pudiera para
recuperar un poco de lo mucho que había perdido. Ya no la amaba aunque le fuera
imposible olvidarla, cosa que intrínsecamente intentaba con fuerza bruta. Su
quebrantamiento con Yolanda era insoluble, como un espejo que se rompe en mil
pedazos. Era simplemente estúpido pensar en pegarlo de nuevo… nunca dejaría de
ver las grietas en su propio reflejo. Por lo tanto, derrochaba sus mañanas y
tardes en el gimnasio, siendo un instructor de los mejores, y una vez que
llegaba a casa en las noches completamente cansado y aburrido de su persona,
encendía la tele y miraba su serie predilecta, “Breaking Bad”, hasta que los
ojos se le cerraban. Era su rutina entre semana, pese a que había días
distintos. Algunas veces con todo y el agotamiento físico, precisaba del calor
de un cuerpo femenino, así que levantaba a alguna de las mujeres a las que
instruía en el “High Impact Center”, ubicado en el centro de Atlanta, la
capital de Georgia, o de plano se iba a algún bar para conocer carne fresca y
novedosa. Siempre terminaba seduciendo a alguien, puesto que su encanto era
innegable (estatura elevada, piel morena y limpia, cabello corto, negro igual
que sus ojos, un tanto despeinado, y músculos amplios que invitaban al pecado).
Era un amante fogoso y diligente, pero cuando terminaba sus juegos de galanteo,
lo primero que le venía a la mente era escapar, salir corriendo con cualquier
pretexto por más estúpido que pareciera (tengo
que pasear al perro; tirar la basura; regar las plantas, entre otros), así que nunca llevaba a nadie a casa. No era
feliz. Sin embargo, todo el juego evitaba que pensara en la cabida de alguna
diferencia entre su vida anterior y la presente. Su equipaje ya era en extremo
pesado como para añadir otras cosas a cuestas. Su nombre era Patrick Raynolds.
Ellos
eran amigos hacía unos diez años. No se veían tan frecuentemente como quisieran
desde que Patrick se había ido a vivir con Yolanda e Idris se casara, pero el
cariño que se tenían era indudable. Alguna vez, en una noche de bohemia, él le
había confesado a Idris que le gustaba mucho, que la quería para sí, que sabía
que algún día estarían juntos. Ella sonrió ante el halago, aunque lo negó
rotundamente en silencio porque le conocía lo suficiente (o creía conocerle).
Sabía la clase de hombre que era y no deseaba que le rompieran el corazón, por
lo que le regaló un beso en la mejilla, le miró a los ojos y dijo:
–Algún
día.
Patrick
intentó robarle un beso y ella volteó el rostro. Se olvidaron de la situación
cambiando de tema. Idris le apreciaba mucho como para arriesgarse a perder su
cariño.
Se
conocieron gracias al hermano de Patrick, Darril, que era pareja de Lena, la
mejor amiga de Idris. La idea original era que Pat e Idris se vieran, se
deslumbraran con sus encantos externos e internos, y se enamoraran, pero como
todos sabemos eso no sucede en la vida real. Patrick era más joven que Idris y
a ella le resultaba muy inmaduro, a pesar de que físicamente le había atraído
sobremanera. La chica dijo un simple no, restándole importancia al chico de
ojos negros, y continuó moviéndose hacia una ruta más segura, la de la
confraternidad. Él hizo exactamente lo mismo, con la diferencia de que la chispa
sí se encendió en su corazón, aunque tuvo que condenarla al arraigo por tiempo
indefinido.
Los años fueron pasando y siguieron viéndose
aquí y allá, formando un enlace fuerte pero sin mayor relevancia. Hubo
consuelos y caricias tímidas por parte de ambos cuando lo necesitaron, aunque
eran solamente eso, aliento brindado a un ser querido. Patrick encontró a
Yolanda, una antigua compañera de oficio de Idris. A pesar de que se llevaba
con ella, Idris no fomentó ningún vínculo real con la pareja, ya que su
matrimonio con un empresario exitoso de bienes raíces llamado Jace Lewis,
consumió casi enteramente su tiempo. Pero el presente llegaría para jugarles la
trastada de sus vidas…
*No pueden perderse esta nueva historia de la escritora
mexicana que promete mucho.
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Mariela Villegas R.
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VR Writer.
Muchísimas gracias por haber compartido parte de mi novela. Un gran abrazo, Carolina y muchos éxitos. Dios te bendiga, preciosa.
ResponderEliminarEs un placer para mí! Me gusta mucho como escribes, así que ya sabes, ésta es tu casa! Besos!!!
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