[...]
Se sentaron a
la mesa para disfrutar de una comida muy especial a base de canapés, ensaladas de
marisco, y langosta como plato principal. De postre tomaron un helado casero de
canela buenísimo, y cuando Ashley y Gérard fueron a por la tarta, con una vela
en el centro, todos empezaron a cantar el cumpleaños feliz.
Cuando acabaron
de aplaudir, Ashley le preguntó a Gérard si quería decir unas palabras, pero le
veía tan nervioso, que al final fue ella misma la que habló.
—Hoy es un día
muy especial —empezó. Para sus adentros se dijo que tal vez sería el último,
pero se guardó esa información, aún con pesar, hasta que no supiera que era decisivo—.
Ha sido un placer conoceros a todos, y estar trabajando esta semana a vuestro
lado. Espero seguir haciéndolo, claro —bromeó riéndose, lo que hizo que todo el
mundo la imitara, incluidos Donovan y Paloma—. Y Olivia, eres una mujer
extraordinaria —declaró sin dejar de mirarla—, espero que consigas todo aquello
que desees, porque te lo mereces. Y no lo digo porque es una frase bonita y
quiero que mi discurso quede bien, sino porque a pesar de que te conozco desde
hace muy poco tiempo, sé que eres una persona hermosa por dentro y por fuera.
Brindemos por la homenajeada —levantó su copa con champán y todos hicieron lo
mismo.
Había
conseguido emocionarla de nuevo, pero Ashley vio en su mirada, que esta vez
eran lágrimas de felicidad.
—Y debo
informarte de que la idea de la tarta fue de Gérard, que ha hecho un trabajo
increíble. Estoy segura de que os encantará a todos —anunció Ashley.
Le dedicó una
breve mirada y vio que este se sonrojó con violencia y se rió con evidente nerviosismo.
Olivia estaba emocionada y sorprendida por su regalo.
—Hubiera sido
incapaz de hacer la tarta yo solo —aclaró en voz baja—. Ashley se encargó de la
mayoría del trabajo —admitió.
—Eso me encaja
más —bromeó Olivia entre risas.
Todos se divirtieron
con la burla cariñosa de la cumpleañera, pero las amigas de Ashley les
observaban sin perder detalle de sus intercambios de miradas. No podían evitar
rehuirse el uno al otro, y tampoco el lanzarse miradas de soslayo cada vez que
ambos creían que nadie les observaba.
Cuando se
volvieron a sentar a la mesa para disfrutar de la deliciosa tarta de chocolate
de tres capas, Erika no pudo aguantar más y le preguntó de la manera más
directa, la que acostumbraba.
—¿Ha pasado
algo con Gérard? —inquirió en voz baja.
Jenna estaba a
su otro lado y ambas estaban inclinadas hacia ella para evitar ser oídas.
Ashley
carraspeó incómoda.
—No sé de qué
demonios habláis —dijo en voz baja, fingiendo indiferencia.
Puso cara de
circunstancias cuando sus dos amigas empezaron a reírse por lo bajo y a
cotillear como si no estuviera presente.
—Te lo dije, no
paran de mirarse.
—Sí, es ese
momento violento después del sexo.
—Seguro.
—¿Ves que no
para de mirarla todo el rato?
—¿Ves que ella
tampoco?
—Se han
acostado y no nos lo quiere decir.
—Qué mala
amiga…
Y así
estuvieron un rato hasta que Ashley se dio por vencida y se cansó de sus
cuchicheos. Si al menos no estuviera sentada en medio de las dos, podría
haberlas ignorado más fácilmente, pero sus amigas sabían bien cómo sonsacarle
información cuando querían. La habían acorralado a propósito.
—Bien chicas.
Sesión de cotilleo terminada. Reunión en mi habitación en quince minutos
—bromeó con la cara más seria que pudo poner.
Las chicas
chocaron los cinco en sus narices y al final concluyeron su plan para averiguar
la verdad. Ashley sonrió. Lo cierto era que se moría de ganas de contarles todo
con pelos y señales, aunque le daba miedo lo que pudieran decirle. Que era un
error y todo eso. Pero eran sus amigas; solo querían protegerla, y que no
sufriera.
No iba a pasar
nada, se dijo. Gérard y ella eran adultos, y no tenían por qué complicar algo
que no tenía por qué serlo. Sería solo sexo, y cuando llegara el final del
programa, se dirían adiós y cada uno volvería a su vida. Ella a Miami, muy
lejos de España.
Simple.
Tal y como
había imaginado, sus amigas, se sorprendieron por lo ocurrido, aunque no tanto
como esperó. Le preguntaron cosas de lo más íntimas y Ashley no dudó en
excederse en detalles. Eran sus amigas, y lo cierto era que jamás habían tenido
problemas para contar ese tipo de cosas. Pasaron la tarde allí tiradas en la
cama de Ashley, cotilleando, escuchando música y tomando café.
El resto estuvo
un rato en la piscina y luego viendo una película. Habían quedado todos en
montar una pequeña fiesta después de la cena, por lo que tenían el resto de la
tarde para hacer cuanto quisieran.
Donovan y
Paloma salieron de la casa para estar a solas, y Ashley supuso que irían a la
casa de ella, aunque tampoco iba a preguntar. Ahora que todos sabían que no
estaban juntos, no tenían que andar a hurtadillas, lo que era un descanso para
ambos a decir verdad. Ya no tenían que fingir que estaban casados, y que las
salidas de Donovan y su nueva novia eran por trabajo. Aunque aún les miraban
con cierto discreto asombro, Ashley no podía culparles, porque aquello parecía
casi una serie dramática de televisión. Solo esperaba que con el tiempo todo
ese revuelo se olvidara, y sus vidas dejaran de ser un circo mediático. Se
trataba de su vida.
Empezaron a
arreglarse para la cena y las chicas fueron a sus habitaciones para ducharse.
Más tarde se volvieron a reunir en el cuarto de Ashley para maquillarse y
peinarse.
Cuando Ashley
se miró en el espejo, se vio de lo más sugerente.
¿Pensaría Gérard
que estaba sexy?
No tenía ni
idea del tipo de mujer que le gustaba, y el que se hubieran acostado, no
significaba que ella lo fuera. Tal vez las prefería menos exuberantes, más
sencillas y no tan conocidas. Tampoco estaba pensando en tener una relación a
largo plazo, por lo que todo eso en realidad era una tontería. Mejor dejar esas
preocupaciones absurdas a un lado. Su vestido corto con un solo tirante
asimétrico, era muy seductor. Dejaba sus largas piernas suaves al descubierto y
el conjunto lo complementó con unos botines negros con tacón alto. Hoy serían
casi de la misma altura, se dijo. Gérard no mediría mucho más de un metro
ochenta, por lo que sus zapatos la dejarían esa noche solo unos pocos
centímetros por debajo, ya que tampoco era una mujer bajita precisamente.
—¿Creéis que me
he pasado un poco?
Su pelo caía
con suaves hondas por su hombro derecho, y le daba un aspecto muy sofisticado con
el maquillaje suave que había usado, pero aún con todo, era una pequeña fiesta
entre amigos en una casa, y no una gala a la que tuviera que asistir de
etiqueta.
—Estás preciosa
y, es una fiesta, por el amor de Dios —soltó Jenna con infinita paciencia—. Es
sábado, así que es motivo más que de sobra para arreglarse. No te preocupes,
estás perfecta.
Erika le dio la
razón y se miró en el espejo del cuarto de baño detrás de ella.
—No es por
nada, pero creo que yo voy mejor que vosotras dos juntas —bromeó.
—Es cierto
—admitió Ashley con una amplia sonrisa.
Su amiga
llevaba un vestido vaporoso ajustado por la parte del corpiño y con una falda
por encima de la rodilla. Tenía unos vivos colores verdes y amarillos y un
escote corazón que resultaba muy favorecedor.
Jenna había
optado por una falda ajustada negra por la cintura y una blusa blanca de manga
larga con un lazo al cuello.
Las dos
llevaban tacones altos, estaban guapísimas y elegantes. Listas para pasarlo en
grande.
Sus chicos se
quedaron embobados cuando bajaron las tres juntas, y Erika y Jenna también
estaban babeando por los guapos técnicos de imagen del programa. Todo el equipo
había sido invitado a la fiesta, aunque no todos asistieron porque tenían
compromisos previos. Lo que sí había era gran cantidad de gente, por lo que el
catering optó por un bufet libre y así cada uno podría elegir entre sentarse o
comer de pie, ya que la sala de reuniones estaba abarrotada.
Lo pasaron en
grande; charlaron, contaron anécdotas y aunque Ashley estaba algo nerviosa por
el día siguiente, trató que no se notara. Esa noche debía desconectar de todo.
Ya no podía hacer nada para dar marcha atrás a todo lo que había pasado esa
semana. Para algunas cosas, no deseaba hacerlo.
Gérard estuvo
al lado de Olivia en todo momento, pero se le veía algo callado para estar en
una fiesta, y no sabía si era por lo sucedido entre ellos, por su amiga, o
porque las multitudes no le gustaban mucho. En cualquier caso, Ashley no podía
quitarle la vista de encima, y algunas veces hasta se sentía celosa de que
cualquiera de las chicas presentes se le acercaran con demasiada confianza.
Ella no se atrevía a mostrarse así con él, porque sentía que podrían juzgarla,
o pensar mal. Y lo cierto era que Deborah había mostrado un claro apego por él,
lo que tampoco le agradaba.
¿Por qué se
sentía tan molesta?
Gérard no
manifestó ningún interés especial en ninguna otra. Noemí estaba casada, Paloma
no contaba, porque todos sabían que tenía algo con Donovan, Erika y Jenna
tenían sus propios ligues, así que solo Miriam, Thais y Deborah parecían
competir por su atención.
Por un segundo
pensó que estaba haciendo el tonto. Debería acercarse a él, hablar como si nada
y así dejar de pensar que otros podrían sacar conclusiones, ya que eso estaba
solo en su cabeza. Nadie sabía lo que había ocurrido esa mañana, de modo que no
sospecharían que estaban liados por el simple hecho de charlar un rato en una
fiesta, ¿o no?
Suspiró de pura frustración.
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Espero que os haya gustado 😊
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¡Felices lecturas!
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