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lunes, 19 de junio de 2017

Amor a fuego lento - Fragmento capítulo 5


¡Saludos!

¿Os animáis con un nuevo fragmento de "Amor a fuego lento"?



[...]

Ashley necesitaba un momento para reponerse.

Por un segundo, sintió que se derrumbaba, que la presión la sobrepasaba. Se sentó en el césped y se tapó la cara con las manos. No quería llorar, pero notaba que no podía evitarlo, y se dejó llevar por un momento de debilidad.

Intentó serenarse, y cuando creyó que lo había logrado, escuchó una voz desconocida a su espalda. Alguien hablaba por teléfono, y no había reparado en que ella estaba allí debido a la tenue iluminación.

—Mañana comenzamos… sí, claro que tengo ganas…

Ashley se giró y comprobó que era Gérard. No quería cotillear, y pensó en un modo de escabullirse sin que la viera y se pudiera sentir violento.

—Es muy guapa, sí… no sé, mamá, supongo que podrías conocerla al final del curso. No creo que sea buena idea aparecer aquí solo para decirle hola a Ashley —comentó dubitativo—. Sí, es más guapa en persona, deja de preguntar —se quejó con una risita nerviosa.

Ashley quería morir de la vergüenza. No sabía cómo escapar de allí sin que la viera, porque cada vez estaba más cerca, y era inevitable que ocurriera justo eso.

Y entonces él miró al frente y se encontró con su asombrada e incómoda mirada. Sus palabras resonaban entre los dos como un eco. Un momento de lo más violento. Ashley se puso de pie despacio. Gérard carraspeó.

—Luego te llamo, mamá. Te quiero.

Colgó el teléfono y se quedó quieto, con las manos en los bolsillos y visiblemente incómodo. A pesar de que no podía asegurarlo por las sombras que se proyectaban en su rostro, Ashley casi podía notar que estaba rojo como un tomate. Desde el primer momento vio que era tímido, y supo que tenía que decir algo para que no se sintiera más nervioso, o no podrían hablar con normalidad el resto del tiempo que iba a durar el curso.

—Lo que has oído… perdona… es una tontería… —balbuceó alterado por completo.

Se amasó su pelo castaño y le quedó una cresta hacia arriba. Ashley trató de no reír.

Caminó unos pasos para acercarse, y notó que se ponía en tensión. Le dedicó una sonrisa amistosa y aunque le pareció un tanto atrevido, levantó una mano y peinó los mechones que habían quedado de punta.

Él se sobresaltó al principio, ya que no esperaba que ella se fuera a poner a tocarle el pelo. Era tan suave que Ashley sintió un hormigueo en las yemas de sus dedos.

—Procura no hacer eso mañana ante las cámaras, o quedarás inmortalizado con todo el pelo revuelto —bromeó.

Gérard soltó una risita nerviosa y dio un paso hacia atrás para alejarse de Ashley. Esta podría haberse ofendido por un gesto aparentemente frío o descortés, pero había algo en él que la conmovía. Tal vez se pasó al traspasar su espacio personal cuando no hacía ni un día que se conocían, y más al ser obvio que no parecía la clase de hombre que es lanzado o con un carácter abierto, pero había sido un gesto impulsivo. Tendría más cuidado la próxima vez que estuvieran tan cerca.

Pensó en algo que decir para aligerar el ambiente.

—Así que, ¿tu madre te añora?

—Sí, bastante —asintió con la cabeza con aire pensativo—. Hace meses que no voy a Francia, ni por una visita rápida, y pasará otro más sin que pueda hacerlo, pero bueno.

—Mi familia también está lejos, en Miami, y no hace ni una semana que no les veo, pero ya estoy deseando tenerles cerca —añadió con la voz entrecortada.

Quería hablar con su madre, abrazarla y contarle lo que ocurría, porque junto a su padre y su hermano, eran las personas que jamás la juzgaban, y siempre podía sentir su apoyo y su cariño en los momentos difíciles.

Una lágrima solitaria se derramó por su mejilla y la limpió con rapidez, pero Gérard se había dado cuenta. La miró con preocupación.

—¿Estás bien? —inquirió sin dejar de mirarla fijamente con esos preciosos ojos azules—. Un mes se pasa con rapidez. Te reunirás con ellos antes de que te des cuenta.

—Sí, yo… si te soy sincera, ahora mismo me preocupaba otra cosa, y creo que por eso les hecho más de menos —declaró con los sentimientos a flor de piel.

Asintió sin saber muy bien qué decir para animarla. Era obvio que estaba alterada por un tema personal, pero no quería invadir su intimidad haciendo preguntas inapropiadas.

Gérard no era propenso a hablar porque sí, y menos con desconocidos, pero sentía que debía hacer un esfuerzo, superar su timidez e intentar que Ashley se sintiera mejor. Su tristeza le estaba haciendo sentir algo extraño por dentro.

—Yo me llevo bien con mi familia, al menos a veces, pero mis hermanos son insoportables, y por eso llevo casi tres años aquí en Madrid. Prefiero acordarme de ellos desde la distancia —bromeó.

Lo cierto era que les quería a todos mucho, a sus padres y a sus dos hermanos mayores, pero vivir y trabajar bajo su sombra, resultó ser una carga toda su juventud, sobre todo por la dureza constante de su padre, y ahora se sentía libre. Podía ir de visita cada mes, pero adoraba su soledad, su espacio.

Ashley se rió. Notó que hablaba de ellos con cariño a pesar de admitir que prefería distanciarse un poco.

—Bueno, espero que tu novia y tú lo paséis muy bien estas semanas.

Gérard la miró extrañado.

—¿Novia?

—Oh, yo pensé que Olivia…

Él se echó a reír.

—Qué va, ella es mi compañera de trabajo, es camarera en el restaurante en el que yo soy cocinero. Somos buenos amigos desde que me mudé, y ella… te aseguro que jamás saldría con un hombre —musitó en voz baja.

Ashley lo escuchó y llegó a la conclusión evidente.

—Ah, entiendo —dijo con una sonrisa comprensiva.

Gérard la contempló unos segundos. Hacía algún tiempo que conocía el secreto de Olivia, y lamentaba que se le hubiera escapado. Su mejor amiga en el mundo había sufrido mucho por su inclinación sexual, y hablar sobre ello con alguien extraño, era un error que ya no podía enmendar. Al menos no parecía que Ashley pensara que era un bicho raro. Desde luego no se la veía asombrada ni nada por el estilo.

La familia de esta, era bien distinta con ese tema.

—¿Puedo preguntar de quién fue la idea de apuntarse a este curso? —inquirió con aire conspirador.

—Ya, eso… Olivia es muy admiradora tuya. Lo cierto es que seguimos tu web desde hace más de un año, aunque eso no me ha convertido en un experto, ni mucho menos —se burló de sí mismo—. En cuanto se enteró de que venías para hacer un programa de televisión, me dijo que teníamos que apuntarnos. Hasta consiguió que nos dieran permiso en el trabajo y todo.

—Te insistió hasta que no te quedó otra, ¿no? —expuso con una sonrisa.

—Es un buen resumen —admitió alegremente.

—Bueno, espero poder enseñarte mejor ahora que estás aquí. A los dos, claro —se corrigió.

Asintió algo cohibido.

Ashley no pudo evitar fijarse en que era muy guapo. Mediría un metro ochenta, ya que le sacaba unos quince centímetros más o menos, y bajo el vaquero y el jersey, podía apreciarse un cuerpo atlético. A sus treinta y tres años, parecía mucho más joven.

Cuando se dio cuenta de que le observaba fijamente, soltó una risa ahogada y se frotó los brazos con ímpetu. Empezaba a congelarse, ya que su cuerpo temblaba cada vez más, y no creía que fuera por la excitación que empezaba a recorrerla de arriba abajo en un momento tan inadecuado.

Debía borrar de su cabeza esos pensamientos. Ya.

—Me muero de frío, así que voy a entrar —indicó con cierta urgencia.

—Bien yo, si no hay nada más que hacer por hoy, creo que me quedaré un instante aquí fuera, y luego me iré a descansar.

—Ahora nos toca un pequeño respiro, pero mañana a las nueve tenemos que estar en la sala de reuniones —explicó mientras daba pequeños pasos en dirección a la casa.

—Te veré entonces.

—Por supuesto.

[...]







¡Felices lecturas!

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