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lunes, 29 de junio de 2015

Mi reseña sobre "Corazones en juego" de Susan Andersen


Es una novela romántica contemporánea.
Una historia muy bonita, emotiva y apasionante.

Cuenta la historia de Treena, una bailarina de Las Vegas que acaba de perder a su marido. Que tampoco ha tenido suerte con los hombres en su vida.
Y el protagonista, Jax, como se hace llamar, es un jugador de póker profesional con una misión oculta que le lleva a "la ciudad del pecado".
Intentará conquistar a la bella Treena para conseguir un objeto que le dejó su padre en herencia, de esta manera, pagar una deuda que le salvará la vida. Es lo que tiene apostar contra un tipo sin escrúpulos, con pinta de Elvis y varios matones a su servicio...

Algo con lo que no contará, es con el peligro de su misión; porque no solo está en juego el objeto de su apuesta y su vida, sino su propio corazón. Y el de ella.

Treena sufrirá cuando se entere de que Jax es el hijo de su difunto marido, del que guarda un buen recuerdo, y no tolerará que el pequeño (ahora ya no tan pequeño) Jackson manche su memoria, claro que ninguno de los dos tuvo la misma relación con él cuando aún vivía. Ella le adoraba, mientras que él, tuvo que sufrir un trato indiferente y cruel por su parte.

Solo el tiempo dirá si serán capaces de ponerse de acuerdo y por fin llegar a tener una relación libre de traiciones y secretos.

Lo recomiendo.

miércoles, 24 de junio de 2015

Ya puedes leer...






Aquí os dejo los enlaces de los dos primeros capítulos:


Espero que os gusten mucho. Y que comentéis lo que queráis.


DISPONIBLE EN AMAZON





¿Qué estás mirando? - Capítulo 2




2




Llegaron al hotel sobre las doce y media. Después de registrarse y tomar la copa de bienvenida, subieron las maletas a la habitación. Se cambiaron deprisa y ya con los bikinis puestos, bajaron a la piscina. Tania llevaba un vestido corto playero, sus chanclas y un bolso grande para las toallas. Luna se puso un pantalón corto y una camiseta de tirantes holgada y abierta por los costados, lo que dejaba al descubierto buena parte de su abdomen y espalda. El bikini era el típico de triángulos, así que no le importaba que se viera, además, iban a la piscina, tampoco tenía que ponerse un albornoz para pasear dentro del hotel, se dijo.
Un grupo de chicos jóvenes se las comieron con los ojos en uno de los pasillos y Tania sonrió.
—No sé cómo aguantas tanto tiempo soltera. Los tíos se te rifan. Tienes un tipazo de muerte y no te esfuerzas nada de nada. En cambio yo —soltó en un tono lastimero—, me paso meses a régimen para no engordar ni un gramo. Es un suplicio.
—Sobre todo cuando hay una tarta de chocolate de por medio… —bromeó Luna.
—¿Qué? ¿Tarta de chocolate? ¿Dónde?
Las dos se rieron a carcajadas por el camino y los chicos que se habían quedado mirando, las observaron con más interés.
Llegaron a la puerta que conducía a la piscina y Tania la abrió. Esta se dio cuenta de que los tres chicos se habían detenido, y muy coqueta, dejó la puerta abierta para que Luna pasara antes y así dedicarles una mirada con una clara invitación.
Entró sin más, dejando que ellos tomaran la iniciativa de seguirlas o pasar del tema.
—Es posible que tengamos compañía. ¿Te apuntas si nos proponen algún plan?
—Qué pereza. La verdad es que paso de tíos —dijo con una mirada calculadora—. Puedes quedártelos todos —concluyó.
—Venga ya. Sabes que a mí me gusta ir de uno en uno… —bromeó.
—Bueno, ya se sabe. En vacaciones todo puede pasar —murmuró arqueando ambas cejas.
Oyeron alboroto y vieron a los chicos acercarse a ellas. No tenían aspecto de ir en la piscina, pues vestían con vaqueros y camisa. Sin embargo, parecían claramente interesados en conocerlas y tras una breve presentación y una conversación condescendiente, quedaron allí mismo al cabo de un rato.
—No nos moveremos de aquí —aseguró Tania, recogiendo su corto pelo rubio tras las orejas y pestañeando de manera exagerada e intencionada en dirección a su amiga.
Esta bufó y cuando los admiradores de Tania desaparecieron, ella se quedó en bikini y se sumergió en la piscina. Se recogió su larga cabellera castaña en un moño muy cómodo para nadar y allí se quedó un buen rato.
No le apetecía demasiado alternar con esos tipos que debían ser más jóvenes que ellas. Vamos, unos chicos de veintipocos años, que no eran ni adolescentes ni tampoco hombres maduros con los que se pudiera conversar de algo interesante. Una extraña mezcla de hormonas y encanto superficial que no le atraía especialmente. En general era el sexo masculino el que no le interesaba nada últimamente.
No había mucho más donde elegir, puesto que el resto de personas que había por allí eran de la tercera edad haciendo ejercicios con una monitora, que incluso de lejos, desprendía energía para dar y tomar.
Luna siguió haciendo largos. Pensó que se estaba muy bien en una piscina donde no sintiera escalofríos cada dos por tres. Como cerca de ella no había nadie, se echó hacia atrás y cerró los ojos sintiéndose relajada por primera vez en mucho tiempo. Un ruido cercano le hizo abrirlos de golpe y se encontró con los brillantes ojos de su mejor amiga. Su azul chispeante le indicó que tenía algún proyecto en mente. Le entró miedo.
—Oye —susurró acercándose al borde de la piscina—, resulta que van a ir a la playa a comer y nos han invitado. ¿Quieres que vayamos?
Luna suspiró. No le apetecía nada, pero claro, se lo estaba pidiendo Tania. Decir que no, era imposible, y no porque se fuera a molestar, sino porque para eso están las amigas: para apoyar los planes si una de ellas lo necesitaba. Al parecer Tania le había echado el ojo a uno de ellos.
Ahora que estaban a cierta distancia, Tania pudo detallarle que uno de ellos tenía veintiún años, y los otros dos tenían veinticinco. Al menos no eran unos niñatos. Tania era su misma edad y Luna uno año mayor. Al parecer compartían más cosas de las que parecía en un principio.
Tania se sumergió en el agua para poder cotillear con ella. Le aseguró que el que le gustaba era bastante interesante, se llamaba Rubén Aranda; era gerente de un famoso restaurante de la zona y al parecer, también un buen amigo del dueño del hotel en el que estaban hospedadas.
—Al menos es mejor que tu último ligue —soltó Luna sin apenas contener la risa.
—Ni me lo recuerdes —espetó quedándose blanca.
Diego había sido su peor fracaso. Y no porque hubiera sido traumático ni nada de eso. El motivo por el que se sintiera asqueada al recordarle, era que había descubierto, un día que se quedó a dormir en su casa, que guardaba fotos de todas las chicas con las que se había acostado. Y no unas fotos cualquiera. No. Las chicas aparecían completamente desnudas y en posturas demasiado indecentes para su tranquilidad. Tania no deseaba formar parte de esa caja repleta de chicas que se habían dejado fotografiar como si quisieran aparecer en calendarios X. Ella no era así. Buscaba un chico decente con el que tener una relación estable y sana. Algo que pudiera tener fututo. A sus veinticinco años, deseaba a alguien con quien poder compartir su vida, a quien poder presentar a sus padres. Y no un coleccionista de trofeos femeninos… a saber qué hacía luego con esas imágenes, meditó consternada.
Una voz masculina despertó a Tania de sus cavilaciones internas. Miró a Luna y sonrió. Tenía un buen presentimiento para estas vacaciones. Sentía que algo especial estaba a punto de suceder. ¿Sería a ella? ¿A las dos?
Pronto lo sabría.



Después de un buen remojón en la piscina, fueron a cambiarse. Hacía calor, así que se pusieron unos vestidos cortos y las gafas de sol. Si no fuese porque eran tan distintas físicamente, todo el mundo pensaría que eran hermanas siamesas. Les gustaban las mismas cosas, salvo quizás, en el tema de los hombres.
Comieron en un chiringuito muy bueno y para asombro de Luna, fue un rato muy agradable. Pasearon por la playa y por la noche decidieron que irían a la discoteca del hotel, que estaba muy de moda, según comentaron. Los chicos vivían a poca distancia en Almuñécar, así que quedaron en encontrarse allí, lo que daba tiempo a ellas para ponerse guapísimas antes de salir.
Tania estaba loca de contenta con la invitación porque Rubén le prestaba toda su atención y además, parecía un buen tipo. Luna aplaudió su elección, ya que los otros dos chicos, Gabriel y Pablo, no hacían más que hablar de mujeres y baloncesto. Como si no existiera en el mundo nada más. Luna intentaba sonreír para no parecer una maleducada o una borde, pero le hubiese gustado gritarles que cerraran el pico por un rato. Por otro lado, habría arruinado los planes de su amiga con Rubén, ya que los tres parecían muy amigos y eso hubiese acabado con el buen rollo general −y en especial con Tania−, y no deseaba privarle de ese placer. Sus ojos parecían brillar a kilómetros y como no era nada frecuente que le sucediera con el sexo opuesto, no sería ella la que le fastidiara el ligue de primavera.
La discoteca era mucho más moderna de lo que habría imaginado. Luna había estado en otras similares cuando iba a las bodas de sus familiares, pero esta, además de tener una marcha increíble, estaba llena de gente joven. Casi como las discotecas más famosas del centro de Granada. Esas que llevaba sin pisar más de un año… incluso más de dos, ya que cuando estaba con Hugo, irónicamente, dejaron de salir tanto como les gustaba hacer al principio.
Decidió no ir por ese camino y olvidarse de lo triste. Estaba de marcha, por el amor de Dios…
Un buen copazo ayudaría.
Pidieron una ronda de chupitos en un reservado que según Rubén, les había dejado libre el dueño del hotel.
—Tendremos que darle las gracias a tu amigo. Este lugar es increíble —comentó Tania.
—Creo que está por aquí. Ligando, eso seguro.
—¿En serio? ¿No será un poco mayor para estar de discotecas? —inquirió Tania, sin duda imaginando a un viejo verde detrás de cualquier falda.
Rubén se rió con ganas y negó con la cabeza sin decir una palabra más. No le dieron mayor importancia y siguieron pidiendo rondas sin parar. El alcohol circulaba de manera peligrosa, pero lo estaban pasando tan bien, que no pensaron en nada más.
Luna incluso pensaba que Gabriel, el otro chico que tenía casi la misma edad que ella, era muy guapo, pero al cabo de un rato lo descartó. Tenía pocas reglas cuando decidía lanzarse a la piscina y tener algún rollo o relación, y es que no lo intentaba siquiera con esos tipos que cuando ven una minifalda, se quedan babeando hasta que la pierden de vista. Y eso fue justo lo que pasó para descartarle de manera tajante.
Claro que por esa regla de tres, no iba a encontrar a nadie en su vida, pero era lo que pensaba y no iba a cambiarlo a estas alturas.



Se acercó a la barra a pedir agua, estaba empezando a sentir que estaba más borracha de lo que había estado jamás y eso no podía ser bueno. No quería hacer ninguna estupidez. Arrepentirse de las cosas es lo peor del mundo, bien lo sabía ella. Sobre todo porque una vez que ha pasado, no hay forma de volver atrás. Nunca la hay.
Luna estaba apoyada esperando a que la atendieran y suspirando porque pensaba que eso no ocurriría hasta el año que viene. Había tanta gente que los camareros no daban a basto. De repente, un cálido y musculoso brazo bronceado rozó el suyo, mucho más pálido en contraste.
—Perdona —susurró el susodicho dueño del brazo.
Ella se quedó con la boca abierta un instante. Parpadeó con fuerza para salir de su estupor y sonrió.
—No pasa nada.
Sonrió y él hizo lo mismo. Sus ojos azules se iluminaron como las luces de Navidad. Ella se quedó hipnotizada un momento.
—¿Cómo te llamas?
—Luna. ¿Y tú?
—Soy Adrián. Es un placer —al pronunciar la última palabra, Luna se derritió. Este le tendió la mano y ella se la estrechó, sintiendo un estremecimiento por todo el cuerpo—. Eh, Roberto. Ven un momento —llamó al camarero.
El tal Roberto, se giró como un robot y llegó en un segundo a su posición junto a Luna. Ella se quedó pasmada. Se preguntó quién sería. Un habitual, imaginó.
—Me pones dos mojitos y… —miró a Luna y esta se sintió avergonzada por pedir un simple vaso de agua. No por nada, pero estar esperando media hora para solo eso, era ridículo. Se lo pensó un instante y dijo que quería lo mismo—. Pues tres entonces.
El camarero asintió con una sonrisa complaciente y los preparó en un tiempo récord. Los dejó sobre la barra y cuando Adrián le dio su gesto de aprobado con el dedo pulgar antes de coger las copas, este se marchó muy satisfecho. Le tendió el vaso a Luna y ella miró contrariada, sin saber muy bien qué decirle.
—Estás invitada.
—Ah, esto… gracias.
Adrián le guiñó el ojo y entonces una mujer impresionante apareció por detrás y le abrazó por la cintura. Su melena rubia cayó hacia delante, como envolviendo el hombro de Adrián y este desvió la mirada hacia ella. Sonrió de manera lasciva y Luna no pudo por menos que arrugar el entrecejo. Vaya con el depredador de mujeres, pensó. Puso los ojos en blanco y carraspeó.
—Gracias por la copa —soltó en un tono hosco.
Se marchó y él se despidió con un: no hay de qué, en un tono burlón. Luna se giró al oír a la mujer rubia preguntarle a qué venía eso.
Adrián la ignoró y miró directamente a Luna que se había vuelto hacia él. Su expresión provocadora hizo que se molestara aún más. No podía creer que un tío, por muy bueno que estuviera, se dedicara a coquetear con todas a la vez sin importarle nada. Detestaba a los hombres así.
Cuando Luna volvió al reservado, se encontró con una Tania muy acaramelada con Rubén. Los otros dos seguían de charla y ella empezaba a aburrirse.
Al quedarse sola con la parejita, que no paraba de comerse los morros, decidió que había tenido bastante por ahora. No le apetecía quedarse para sujetar velas. Se despidió y para que su amiga no se sintiera mal, le dijo que se encontraba cansada.

Se tumbó en la cama y en la soledad de la habitación, se quedó dormida. La intacta cama de Tania, indicó que esta no fue a dormir a su habitación esa noche.




Aquí tenéis los enlaces de compra:




martes, 23 de junio de 2015

Reseña de "Mi vampira traviesa"


Muchísimas gracias Lorena!! Me alegro de que te haya gustado.

Aquí os dejo el enlace para que podáis leer la reseña, espero que os guste y aprovechéis el día de hoy para haceros con ella de forma gratuita en amazon. Es el último día de la promoción. No os la perdáis.

Saludos!

sábado, 20 de junio de 2015

Promoción gratuita "Mi vampira traviesa"

Espero que os animéis a adquirirla. Durará tres días, desde el domingo 21 de junio hasta el 23.

Hago esta promoción para que todos aquellos que lo deseen, puedan tener mi novela de manera gratuita sin caer en la piratería. 
Porque aunque no lo parezca, el trabajo de un escritor no es fácil.

Aunque no es lo frecuente, esta promoción va dirigida a una persona en especial: Pili Doria, porque me ha demostrado ser una gran persona, que respeta mi trabajo, y por eso le estoy muy, muy agradecida. Espero que lo disfrutes, de corazón.
Un fuerte abrazo!


Aquí os dejo los enlaces:



y también el book tráiler.

lunes, 15 de junio de 2015

Mi reseña sobre "Parte de mi equipaje" de Isabel Quintín


Es una novela de género romántico-contemporáneo. Una historia muy emotiva.

La protagonista sufre muchísimo por un suceso del pasado, que después de un tiempo, aún le atormenta y le afecta en su día a día.
Hace todo lo posible por que su vida siga su curso, pero cuando su novio la abandona por otra, sus recuerdos vuelven a hacerle daño. Por suerte, cuenta con grandes amigos y con su familia, que están con ella pase lo que pase.

Cuando Carla acepta ir a terapia, no está muy dispuesta a creer que eso pueda ayudarla, pero está equivocada y con el tiempo descubre que fue la mejor decisión que jamás tomó.
Cuando al final los secretos salen a la luz, por fin podrá poner punto final al sufrimiento y pasar página. Y no es la única, pero tendrás que leer esta novela para saber quiénes son.

He disfrutado mucho esta historia, aunque las partes malas me dejaron un nudo en el estómago. Sin embargo, es precioso ver cómo se desenvuelven los personajes y al final, todo tiene sentido y disfrutan de la felicidad que merecen.

Mis felicidades a la autora. Es una historia muy bien escrita que merece ser leída y disfrutada, así que no lo dudes...

Puedes adquirirlo aquí.

viernes, 12 de junio de 2015

Entrevista en el blog de Marisa

Antes de nada, agradezco a Marisa Citeroni  haberme hecho esta entrevista y concederme un pequeño espacio en su estupendo blog. 




Espero que os guste y me conozcáis un poquito mejor.




Aquí podéis leerla.

lunes, 8 de junio de 2015

En el TOP100 de AMAZON

Deseo daros las gracias a todos por dar una oportunidad a mi nuevo libro.


Lleva 10 días publicado y los mismos en la lista de los más vendidos de amazon: en el top 100 y en romántica (tienda kindle) también... lo cual es increíble.

UN MILLÓN DE GRACIASSSS

Espero tener la suerte de continuar así. Y sobre todo, que disfrutéis de esta historia que he creado con todo mi cariño. 



Aquí os dejo los enlaces de compra:




miércoles, 3 de junio de 2015

¿Qué estás mirando? - Capítulo 1




1




Luna García estaba mirando por la ventana, con gesto aburrido, cuando alguien llamó su atención. Le costó varios minutos reaccionar. Estaba tan ensimismada en sus recuerdos, que ni siquiera se percató de que su jefa la observaba con preocupación y su tono de voz no podía ocultar cierto tono reprobatorio.
Desde que empezó a trabajar en la inmobiliaria, la relación con Belinda y Fabián, dueños de la agencia y también padres de su mejor amiga, habían sido como unos segundos padres para ella. No es que no lo fueran antes, pues ella y Tania Sánchez se conocían desde que eran niñas; pero la relación se había estrechado aún más desde que se veían cada día. Luna tuvo sus dudas en un principio… ya se sabe, la confianza a veces es demasiado… pero no fue el caso. Eran como una segunda familia sin contar con la abuela Aurora. Madre de su madre, la había criado desde que sus padres fallecieran en un incendio que arrasó su hogar cuando ella apenas era una adolescente.
Ahora a sus veintiséis años, había pasado por algo parecido. Igualmente traumático, ya que su novio, con el que llevaba saliendo dos años, había sufrido un accidente al saltar desde unas rocas en el mar. Aunque todo apuntó al principio a que se recuperaría, no sobrevivió y Luna llevaba sin ir a la playa desde entonces. Tampoco había vuelto a salir con nadie, a pesar de que desde la muerte de Hugo ya habían pasado más de once meses. De hecho, en dos semanas sería el aniversario del fatídico día y por eso su mente divagaba con más frecuencia de lo normal.
No era nada extraño porque había estado muy enamorada. Conoció a Hugo Vidal en una discoteca y congeniaron de inmediato, era de esas personas que caen bien a todo el mundo, atractivo y muy divertido. Desde que le puso los ojos encima, estuvo segura de que ese chico era para ella, y como solo se llevaban unos meses, pues también tenían en común muchas cosas, como las ganas de salir y pasarlo bien, sin pensar demasiado en el futuro.
Hugo era demasiado temerario para el gusto de Luna, pero siempre le gustó esa faceta de su personalidad. No le temía a nada y aunque eso le hacía ser tan especial, también fue su perdición. Le apenaba recordar que ese fin de semana habían discutido porque ella pensaba que se estaba pasando con tanta aventura. Él le espetó de malos modos que era su manera de ser, le gustaba la adrenalina y sin ella no pensaba vivir. Muy a su pesar, se dio cuenta de que Hugo podría vivir perfectamente sin ella, pero no sin sus actividades de alto riesgo. Sin embargo, como siempre, se había resignado y se despidió con un «Adiós» sin mucho sentimiento. Él ni siquiera respondió. Detestaban discutir y cuando eso sucedía, a menudo Hugo se iba durante días para que el ambiente se relajara entre ellos. Así funcionaba él la mayoría del tiempo.
Como estaba enamorada, procuraba tomarse a bien sus arrebatos, pero no podía evitar sufrir ataques de ansiedad cada vez que este le anunciaba que pensaba hacer parapente o alguna de sus locuras. Lo que al principio le pareció alucinante, pronto se convirtió en una dura carga que soportar.
No siempre fue así; cuando estaban juntos, Luna se sentía en una burbuja. Era feliz a su lado. Pero era más que eso, no podía vivir sin él, porque era parte de ella misma. Se sentía comprendida y querida, y aunque a veces discutían, como todas las parejas, no podía imaginarse con otra persona que no fuera él.
Ahora ya nada de eso era posible y después de todo este tiempo sola, se daba cuenta de muchas cosas. Algunas que a ella misma le costaba entender, pero al no tener a Hugo a su lado, podía ver con perspectiva su noviazgo. No sabía si era justa, porque solo era su visión parcial de la relación, pero se sentía un poco vacía. Y no por echarle de menos, lo cual era mucho peor.
—¿Te encuentras bien, cielo? —inquirió Belinda.
—Lo siento, estoy algo distraída.
—Ya veo. Si quieres puedes irte a casa —comentó con ternura—. Tania está a punto de llegar, así que puede quedarse a cerrar por ti.
—Gracias, me vendrá bien descansar un poco.
Ante su comentario, Belinda asintió con tristeza. A nadie se le escapaba el detalle de que pronto era el aniversario de la muerte de Hugo y a menudo la trataban como si fuera a romperse. A Luna eso le partía el corazón, porque ninguno sabía cómo era Hugo en realidad. Y no lo sabrían nunca. Era lo mejor. De ser así, aparte de sentir pena por ella, la compadecerían y no tenía ganas de despertar eso en personas a las que apreciaba. Era humillante y no deseaba otra cosa que olvidar.
Si fuera tan fácil…



Estaba ya en la cama y se sobresaltó al oír el teléfono móvil. Maldijo su mala memoria, porque si se hubiera acordado de apagarlo o de quitarle el sonido, ahora podría continuar soñando con ese hombre misterioso de ojos azules y profundos.
Con el corazón palpitando sin control, alargó la mano y acabó por estrellarlo contra el suelo. La batería salió volando y Luna sonrió con ironía: justo donde la quería. Así la dejarían en paz. Solo que… podía ser Tania. Aunque era bastante tarde, era su mejor amiga y ella no la dejaría en la estacada si necesitaba algo. Si se equivocaba, siempre podía volver a tirar el teléfono al suelo y volver a soñar.
Acababa de montarlo de nuevo y encenderlo cuando entró otra llamada. No se equivocó al imaginar que sería su mejor amiga. Respondió enseguida.
—Te fuiste pronto, ¿te pasa algo?
—Hola a ti también. Solo estoy cansada —dijo con voz pastosa.
—¿Estabas acostada?
—Claro que sí, tengo la costumbre de dormir por las noches —comentó sarcástica.
Luna oyó una risita al otro lado de la línea.
—Me preocupas.
—Pues no debería, ya soy mayorcita, se me pasará.
—No es eso, es que cada vez te pareces más a tu abuela —dijo—. Y no es que no adore a Aurora, pero es que sus costumbres se te están pegando más con los años.
—No sé a qué viene eso —dijo algo crispada.
—Viene, a que solo son las diez y ya estabas acostada como una niña de ocho años. No puedes seguir así —el tono de su voz denotaba preocupación y Luna tuvo que respirar hondo para no echarse a llorar—. Mira, te llamaba porque he hablado con mis padres y nos van a dar vacaciones a las dos. Nos iremos quince días aprovechando que aún es temporada baja. Es poco tiempo, así que pensé ir a Almuñécar. Si mis padres necesitan algo, podemos subir enseguida. Al fin y al cabo, la playa queda a una hora y media más o menos. Claro que ya les tengo dicho que si no es cuestión de vida o muerte, no me llamen para nada.
—No creo que pueda ir a la playa, la verdad es que no quiero dejar sola a la abuela y…
—Excusas —cortó a Luna—. Me ha costado mucho convencer a mis padres de que nos den dos semanas seguidas a las dos a la vez. No puedes negarme este pequeño placer. Hemos trabajado tanto —terminó la frase con un tono infantil y Luna la imaginó haciendo pucheros ella sola.
Suspiró de manera sonora, para que no se le fuera a escapar ese detalle a Tania, y sonrió a su pesar.
—Está bien —claudicó.
La verdad es que le apetecía desconectar. Sabía que la playa le traería recuerdos, pero debía superarlo. Quizás era lo que le hacía falta para empezar de nuevo aunque no lo viera muy claro.
De repente se dio cuenta de que le hacía ilusión pasar un tiempo fuera de Granada y el bullicio de coches y gente que va con prisas a todas partes. Ella incluida.
Tania se puso a explicarle que mientras hablaban, estaba haciendo una reserva en un hotel de la zona que estaba muy bien. Tenía spa, piscina climatizada y unas instalaciones impresionantes. Ella, por otro lado, solo tenía en mente una palabra: vacaciones. Algo que no disfrutaba en condiciones desde hacía años en realidad.
Con una enorme sonrisa en la cara, empezó a pensar en todas las cosas que quería comprar para marcharse al cabo de unos días.



El viernes siguiente, con las maletas en el coche de Tania y con sus padres en la puerta de casa abrazados como si estas se fueran a ir a la guerra, se despidieron con la mano por tercera vez y ocuparon sus asientos. Con los cinturones abrochados, ambas sonrieron con nerviosismo y alegría y salieron a toda marcha.
Luna tenía el estómago encogido. No por las vacaciones, en realidad estaba entusiasmada. Sino porque el día del fatídico aniversario era al cabo de tres días y ella, en lugar de estar triste por ello, se encontraba extasiada. Parte de su ser, le hacía notar que estaba siendo egoísta, pero trató de ignorarlo, ya estaba bien de tanto melodrama. Era momento de disfrutar, de pasar página.
Con la música a toda pastilla para amenizar el trayecto, fueron cantando como dos locas de remate. Era justo lo que necesitaban después de muchos meses de tedio y trabajo duro. La monotonía acababa volviendo grises los días, y ahora que la primavera estaba en su apogeo, era momento de disfrutar de la vida y de los días de sol.
El aire que entraba por las ventanillas, revolvía el cabello de Luna que se lo había dejado suelto y aunque lo tenía muy largo y le azotaba en la cara, no le importaba para nada. Incluso pensó en darse mechas de algún color para acabar con su inamovible castaño de siempre. Pero quizás sí era una locura teñirse el pelo en un arrebato. No lo había hecho nunca antes, aunque siempre hay una primera vez para todo. Quizás era momento de experimentar cosas nuevas. Siempre había sido algo comedida con todo lo relacionado con su vida. Muy posiblemente por haber sido criada desde pequeña por su abuela, pero no era algo que la preocupara demasiado. Ella hacía las cosas que le gustaban.
¿O estaba equivocada?

Meditó en silencio.


Os ha gustado?



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lunes, 1 de junio de 2015

Mi reseña de "Culpable" de Patricia Geller



Es una corta historia romántico-erótica. 

Ya había leído antes a Patricia, tiene un modo de narrar que me encanta, es atrevido, fresco y directo. En la última presentación a la que fui, tuve la suerte de conocer en primicia esta historia (con la cual también nos sorprendió con varios regalitos: muchas gracias!) 
Y ya desde el primer momento me llamó la atención.

Cuenta la historia de Aisha, una mujer que vive un matrimonio que no le aporta nada bueno. Ella se vuelca en dar lo mejor de sí, pero solo consigue desprecio, indiferencia y algunas peticiones que no desea cumplir.
Su marido desea hacer un intercambio de parejas y aunque Aisha piensa que es una locura, termina aceptando. Conoce a Iván y a Sonia, una pareja que parece muy compenetrada y con la que llevan a cabo su primer experimento en estas prácticas.

A partir de ahí empiezan los problemas... Nada es lo que parece después del primer encuentro. Ni entre el matrimonio, ni tampoco con la pareja que conocieron. Muy a pesar de Aisha, no son los únicos con los que quedan, y todo lo hace por complacer a su marido, aunque lo pasa cada vez peor en estos encuentros.

La protagonista se dará cuenta, poco a poco, de que su idílico matrimonio está peor de lo que ella desea admitir. Tendrá que poner en una balanza lo bueno y lo malo, para tomar una decisión complicada que le cambiará la vida.

Es una historia que además de estar muy bien contada, te hace reflexionar. En esta vida hay que luchar por lo que uno quiere, y no tener miedo a cambiar, si lo que tenemos no nos hace felices de verdad. Todos merecemos una nueva oportunidad. Y también, ver cumplidos esos sueños que guardamos en nuestro ser.

Os recomiendo esta historia que os hará palpitar el corazón.


Puedes adquirirla aquí.