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lunes, 28 de abril de 2014

Un Lago Místico

Os presento mi nuevo trabajo:



Es una historia juvenil de Fantasía. Un cuento corto dedicado a unos niños muy especiales para mí.


Los enlaces de compra en papel y digital los tenéis aquí:



sábado, 26 de abril de 2014

Concurso libros digitales


Feliz sábado!

Hoy os dejo el enlace de un blog en el que participo. 

La administradora (Candy) ha preparado un concurso a nivel internacional que no deberíais perderos! 

Estará activo hasta el 15 de Mayo, así que tenéis mucho tiempo!

Para sumar puntos solo tenéis que visitar los blogs anunciados (incluido el mio) y haceros seguidores.

Ánimo y mucha suerte!



viernes, 25 de abril de 2014

Capítulo 3 de "Un viaje salvaje"


Hoy me siento de maravilla!!! 

Así que os dejo un regalito! El tercer capítulo de mi nueva novela!
Espero que lo disfrutéis, ya sabéis que el primero y 
segundo lo tenéis aquí también.

Saludos y buen finde a todos!



3



Mi teléfono está sonando en alguna parte mientras mi cerebro lucha por despertarse. Cuando abro un ojo, miro el reloj de pared que hay en mi habitación y me doy cuenta de que son más de las doce.
Demasiado temprano para mí, después de haberme acostado pasadas las cinco de la mañana, pero alguien insiste en llamarme una y otra vez, y cuando encuentro el móvil, perdido entre las sábanas, me doy cuenta de que es mi padre. Mi mente se despeja del todo. Hemos quedado para comer, o más bien dicho: he invitado a mi padre a comer en casa.
No sé si habrá cambiado de idea, con lo que me tiene que contar, me imagino que está nervioso, aunque tampoco es que desapruebe el hecho de que salga con alguien.
Yo no debería saberlo, se supone que mi padre me lo contaría en persona, aunque en verdad me alegro de que a mi madre se le escapara, he tenido tiempo de asimilarlo y así le evitaré la cara de asombro total que puse cuando me enteré. No tengo ni idea de cómo hubiera reaccionado al comentármelo él. Ahora puedo decirle lo estupendo que me parece.
Al principio me resultó tan extraño… nunca pensé que mis padres pudieran volver a rehacer sus vidas por separado, es como renunciar a la posibilidad de una reconciliación aún sabiendo que es imposible. Creo que es algo que deseaba interiormente, al parecer nunca ocurrirá.
Le doy a la tecla verde para descolgar.
—Hola papá —saludo con voz pastosa.
—¿Estabas acostada? —me pregunta sorprendido.
—Sí, anoche salí con Carmen.
Me doy de patadas mentalmente a mí misma por decirle precisamente eso. Mi padre siempre ha pensado que mi amiga es una mala influencia para mí, lo que no se imagina es que yo soy peor que ella, pero claro, no tiene por qué enterarse de ese detalle. Noto que mi padre se queda callado un momento, expresando así su desaprobación.
—¿Estás segura de que quieres comer en tu piso? —me pregunta. Creo que lo dice por mi mala cocina, pero no le voy a explicar que he encargado que traigan algo de un restaurante cercano—. Puedes venir a casa si quieres.
—No hace falta, en serio. Está todo bajo control —le digo sin faltar a la verdad.
Ayer por la tarde hice el encargo, ya que imaginé que si lo dejaba para hoy, lo olvidaría.
La conversación, si es que se le puede llamar así, termina enseguida y me quedo un poco extrañada. No sé si está nervioso o es que quizás piensa que mi madre va a venir también; seguro que fue complicado tener que contarle lo que pasa. Tienen una relación estupenda, pero imagino que nunca es fácil hablar de un nuevo amor con alguien con quien compartiste tu vida una vez.
A las dos en punto llaman a la puerta y cuando voy a abrir con una sonrisa, me encuentro un poco nerviosa. Espero que no se note que conozco el secreto de mi padre. De ser así, seguro que se enfada con mamá por no haber sido capaz de cumplir su promesa de no decir nada.
Cuando nos sentamos a comer, me pregunta cómo es que he aprendido a cocinar tan bien.
—He pedido que lo trajeran de tu restaurante favorito —le digo guiñando un ojo. Él se ríe.
—Algún día tendrás que aprender —sonríe y niega con la cabeza—. Yo podría enseñarte si te quedaras más de dos semanas.
Mi padre cocina de maravilla, todo lo que se propone lo hace estupendamente y no sé cómo no he nacido con ese gen. Soy incapaz de hacer algo más difícil que freír un huevo aunque quizás sea por mi falta de constancia, nunca me apetece dedicarle más de diez minutos a la preparación de la comida. Cuento con ayuda en Santa Mónica, una mujer llamada Mar Sáez. Tiene cuarenta años y es un encanto, me ayuda a mantener la casa perfecta y ordenada, además prepara unos platos increíbles. También ella me ha sugerido alguna vez que debería aprender, pero la verdad es que mi interés decae con una facilidad asombrosa.
Pasa el tiempo y me doy cuenta de que mi padre no va a iniciar la conversación que desea tener conmigo, me armo de valor y decido sacarla yo:
—Bueno, ¿qué es lo que querías decirme? —pregunto mientras recojo la mesa con su ayuda.
—Siéntate y hablaremos —responde muy serio.
Termino de recogerlo todo y observo su cara. Parece pensativo, no deja de arrugar el entrecejo y casi me da pena, creo que está nervioso por tener que contármelo. Me dan ganas de decirle que ya lo sé todo y abrazarle simplemente, pero me contengo.
Nos sentamos en el sofá y él no deja de moverse inquieto.
—¿Qué ocurre papá?
—Bueno hija, verás… Como sabes el año pasado me trasladaron a Parla y… hace unos meses conocí a alguien —carraspea antes de continuar—, es una mujer increíble —me sonríe y se pasa nerviosamente la mano por el pelo—. Estamos pensando comprar una casa más grande para vivir juntos y dejar el piso en el que vivo ahora. Creemos que es una buena idea vender este también, ya que casi siempre está vacío.
Esa información es nueva, no sé cómo mi madre no me ha dicho nada del tema y dudo mucho que se le haya olvidado mencionarlo.
Mi padre es la viva imagen de la culpabilidad. Sabe que me encanta, aunque es normal que desee quitarse ese peso de encima. Son mis padres los que pagan la hipoteca, aunque me ofrecí muchas veces a pagarla yo misma porque no me supondría ningún gran esfuerzo, estoy segura de que lo hacen como incentivo para que me quede, pero es algo que de momento no tengo intención de hacer, en realidad no sé si algún día llegaré a hacerlo.
—Entiendo —digo con voz baja—. Y… ¿cuándo podré conocer a esa mujer misteriosa? —pregunto con una sonrisa.
—Bueno, como vas a estar un tiempo por aquí, podemos quedar un día que te venga bien y la conoces.
—Me parece genial —digo sonriendo—. Cuéntame más, ¿a qué se dedica? —pregunto fingiendo interés. Sé la respuesta, pero debo disimular.
—Es enfermera, y tranquila, no trabaja en el mismo hospital que yo. De hecho ella trabaja en una clínica privada —dice con la voz cargada de orgullo y algo que intuyo, es ternura.
Me siento feliz por mi padre, se le ve la mirada iluminada y eso me deja claro que está enamorado de nuevo. Solo espero que tenga más suerte en esta ocasión.
De repente me mira, tiene los ojos entrecerrados y parece desconcertado.
—Vaya, creía que te sorprendería más. Hace diez años que no salgo con nadie y mucho menos con una mujer con quien quisiera comprar una casa—dice observándome detenidamente.
—Bueno… yo… —que agobio, ¿cómo decirle que hace meses que mi madre la mencionó por primera vez y que nunca dice nada bueno de ella?— no lo sé.
—Tu madre —resopla molesto—. No se ha podido contener aunque se lo pedí expresamente.
—Venga papá, de verdad que me sorprende que no recuerdes su incapacidad para guardar secretos —digo sonriendo con complicidad—. Tenía que haberte dicho que lo sé, pero no quería que te enfadaras con ella.
—Lo dejaré pasar por ti —dice negando con la cabeza—. Ya me dirás cuando tienes un hueco para quedar y conocer a Lucía.
—Para ti lo que sea —le digo con cariño—, prefiero que lo organices tú, ya que tienes mucho trabajo. De momento estoy libre para todo —le aseguro guiñando un ojo.
—Bien.

Recuerda que puedes encontrarla en:

lunes, 21 de abril de 2014

Book-trailer de "Nunca olvides"


Hacía tiempo que tenía ganas de tener un book-trailer de mi novela, y ahora tengo de las dos!! Estoy muy contenta y quiero compartirlo con todos vosotros!

Saludos!!



Espero que lo disfrutéis!

Estos son los enlaces de esta novela:





domingo, 20 de abril de 2014

Mi reseña sobre "Tras los besos perdidos" de Helena Nieto



Es una novela maravillosa. Es un deleite desde el principio. Te cautiva, te atrapa en su trama perfectamente narrada y estructurada. 
Los personajes son muy reales, cualquiera podría identificarse con ellos y con sus experiencias. Lamentablemente no todas las que nos describe la autora son felices para Lilian y Andrés, pero es ahí donde radica la belleza de la historia al completo: ninguna persona en el mundo tiene una vida perfecta y feliz siempre. Pero en mi opinión, las decisiones que tomamos en la vida, tanto las buenas como las malas, nos hacen ser como somos. Por desgracia no todo es sencillo y como se suele decir, cada historia tiene dos caras.

La protagonista vive una existencia vacía de amor, ya que su matrimonio es de todo menos algo feliz. Sus relaciones de "amistad", no son precisamente idílicas y su madre no apoya sus decisiones. También vive una mentira, ya que ninguna persona de su entorno, conoce las verdaderas intenciones de Alfonso (marido de Lilian). La hace vivir situaciones muy difíciles, pero es un buen manipulador y tiene a todo el mundo engañado, tanto a su mujer como a la familia de ésta y todas sus amistades.

Ella encontrará a su pareja perfecta en alguien que ha sido su amigo desde hace años, pero ha hecho falta muchos altibajos en sus vidas para que ambos se den cuenta de eso.

Se tiene que luchar por lo que se desea de corazón. Sino se hace, la vida se desperdicia y carece de sentido alguno. Helena deja claro con esta historia, que la vida puede ser realmente maravillosa, cuando después de encontrar a la persona adecuada, luchamos por ella hasta el final.

Mi más sincera enhorabuena, por una historia increíble.

No dejes de leerla: la encontrarás aquí.

sábado, 19 de abril de 2014

domingo, 13 de abril de 2014

Capítulo 2 de "Un viaje salvaje"

Espero que os guste.




2



Al entrar en el local nos damos cuenta de que aún no hay demasiada gente, son las doce y falta al menos una hora para que la fiesta esté en su apogeo. Nosotras subimos a la tercera planta, donde la música es un poco más suave antes pasar a la terraza y empezar la fiesta de verdad y que estamos deseando disfrutar.
Carmen aprovecha para contarme lo mal que lo ha pasado después de romper su relación, muy poca gente sabe que han terminado aunque algo sospechan, ya que solían estar juntos siempre y es demasiado obvio. No desea dar explicaciones y mucho menos hablar de los detalles escabrosos de la ruptura. Me dice una cosa que me sorprende y es que pasó página e intentó ser fuerte igual que lo soy yo, pero después de haber pasado por muchas relaciones desastrosas lo que menos me siento es alguien fuerte, aunque es lo que intento aparentar, en mi interior noto que la soledad no me abandona tan fácilmente como suelo fingir. Sin duda eso ha cambiado desde que me marché. Fue como borrar todo mi pasado y empezar de cero.
El local se está llenando y nuestros amigos poco a poco van apareciendo, somos un grupo numeroso y como algunos de ellos vienen muy bien acompañados, tanto mis amigas como los chicos con los que siempre salíamos de fiesta, casi llenamos media sala.
Me siento como en casa, literalmente lo estoy, pero al principio creí que sería extraño reencontrarme con gente con la que solía relacionarme años atrás y con los que apenas he tenido contacto desde que me fui. Siempre que vengo es para pocos días y no tengo tiempo de quedar con ellos, pero veo que todos están felices de verme y gracias a ello estoy divirtiéndome como hace tiempo que no hago, ya que en América apenas salgo si no es para trabajar.
El alcohol corre de forma peligrosa y ya empiezo a notar sus efectos a las tres de la madrugada.
De pronto me doy cuenta que estoy como una cuba porque me imagino cosas raras, pero soy consciente de que las personas que se van acercando hasta donde estamos mis amigos y yo, son reales y me sonríen mientras vienen a nuestro encuentro.
El grupo es numeroso y a la mitad no los conozco de nada, pero una buena amiga y su marido van cogidos de la mano y apartando a la gente con delicadeza mientras se abren paso.
Carmen, que está a mi lado, me agarra del brazo y me zarandea preguntándome por qué he dejado de bailar. Con el dedo le señalo al grupo que se acerca y le digo que son conocidos míos. Ella como es lógico reconoce a la mujer que aparece la primera, porque es una famosa magnate del mundo empresarial y vuelve a apretarme el brazo y a gritarme como una posesa que cómo es que la conozco. Mientras me encojo de hombros y le sonrío con suficiencia ella se acerca a nuestro grupo de amigos para anunciarles que tenemos nueva compañía. En este momento, con el vaso en la mano, bebo un poco del combinado que me he pedido y Carmen llega a mi lado. Se queda quieta y me pregunta con una expresión que la hace parecer hipnotizada:
—¿Estás viendo lo mismo que yo?
Tiene la boca abierta del asombro y enseguida pone cara de ligar y se muerde el labio de manera sugerente. Yo me estoy riendo de ella porque a veces puede ser muy exagerada, estoy segura de que se refiere a Matt, el marido de mi amiga Ellen y que casi nos ha alcanzado. Es sin duda muy atractivo, pero aparte de estar felizmente casado, no es mi tipo, aunque estoy viendo que Carmen está loca por el conocido director de cine.
—¡Dios mío, no me puedo creer que estén aquí! —exclama gritando y sorprendiéndome. Pensé que se refería a Matt, pero no es así.
Ella mira más atrás donde dos hombres con un intenso parecido se van acercando, junto a la pareja que conozco y a otras chicas que por su figura y su ropa, enseguida me doy cuenta de que deben de ser actrices o modelos, quizás ambas cosas.
Al principio no los reconozco, pero al ir acercándose me doy cuenta de que son unos famosos actores de la serie que sigo desde hace más de cuatro años y a la que estoy enganchada hasta el punto de no querer salir de casa ni hablar con nadie, cuando está saliendo por la televisión.
Por poco se me cae el vaso de la mano y voy corriendo a dejarlo en la mesa donde están sentados mis amigos. Me va a dar un infarto, respiro hondo varias veces porque estoy segura de que si me ven en este estado, pensarán que estoy loca o que soy de esas fanáticas de las series, cosa que en parte es cierto, pero ellos no tienen por qué saberlo.
No es que ver o conocer en persona a una persona famosa sea algo nuevo para mí. En California es algo normal, además he hecho algunas entrevistas para mis artículos a diversos famosos. Por si fuera poco, tengo una relación estrecha con Matt y Ellen, que son la élite de las estrellas, pero otra cosa muy distinta es que mi actor favorito junto con su hermano gemelo, estén en mi ciudad y a pocos metros.
Ellen corre hacia mí en cuanto puede y me abraza con fuerza. Se nota que la atractiva empresaria está feliz de verme y yo me alegro de que me eche de menos, porque en poco tiempo la he llegado a considerar una de las mejores personas que he conocido y somos buenas amigas desde hace tres años. Saludo a Matt y a Karla, la estilista que trabajaba conmigo en muchas ocasiones y me ayuda siempre que se lo pido. La verdad es que me sorprende verla aquí.
Mis amigos solteros enseguida están a mi lado esperando poder conocer a las atractivas mujeres y cuando nos presentan a las dos modelos que los acompañan, Mario y David se quedan embobados y empiezan a ligar con ellas. Algo que me hace gracia, ya que se les ve claramente interesadas en los hermanos actores y por supuesto no hablan nada de español.
Ellen al ver que observo a mi actor favorito -y amor platónico desde hace años- se acerca hasta él y nos presenta, también a su hermano. Ella sabe que a mí me vuelve loca porque a menudo me pongo a parlotear sobre ellos y la serie que me tiene enganchada, pero nunca mencionó que los conociera personalmente, aunque es algo de lo más corriente, porque allí en su tierra difícilmente pueden no conocerse, ya que deben de coincidir en los eventos a los que están acostumbrados a asistir.
Estoy tan feliz de verles que me siento como en una nube, pero aún así les pregunto cómo es que han decidido venir a España sin avisarme. No lo digo para nadie en particular, ya que se miran y sonríen entre ellos y enseguida soy consciente de algo obvio, han decidido adelantar el viaje que pensaban hacer para venir a verme aunque no me imaginé que pudieran tener tiempo de hacerlo ahora, a comienzos de verano.
—¿Qué ocurre? ¿No te alegras de vernos? —pregunta Ellen en inglés.
—Claro que sí —respondo en inglés también—, no pensé que pudierais venir tan pronto. Apenas acabo de llegar —le digo soltando una carcajada.
—Te echábamos de menos, además Karla tiene que ir a Francia en pocos días por trabajo, y pensamos acompañarla aprovechando los días que tenemos libres.
Ellen está frenética y da saltos bailando al son de la música a mi lado, contagiándome su alegría, ahora mismo no es la mujer de negocios que conozco, sino una amiga de treinta años que está casi más loca que yo.
En este momento me doy cuenta de que mis amigos nos miran con un interés extraño. Me percato de que estoy hablando en otro idioma con la multimillonaria Ellen Harrison y es evidente que a ellos les atrae.
Yo misma debo de resultar una extranjera más.
—Vaya, cuando hablas así estás muy sexy —Carmen me arrastra con ella al fondo de la pista de baile—. Creía que los conocías y no me habías dicho nada al respecto, pero ya veo que no —dice refiriéndose a los atractivos actores que nos gustan tanto a las dos—. Yo me pido a Andy, creo que está soltero, ¿no? ¿Por qué no le pides con tu maravilloso nuevo acento que me invite a una copa?
—¡Estás loca, si no le conozco de nada!
—Vamos, si se lo pido yo, no se va a enterar de nada, no ves que no hablo inglés desde el instituto —me suelta haciendo un mohín—. Debí aprender cuando lo hiciste tú, ahora no necesitaría a una intérprete para ligar con el actor buenorro.
—Estoy segura de que él querrá aprender español solo para poder invitarte —al ver la expresión de súplica de Carmen no puedo negarme—. Está bien, le diré que estás deseando conocerle, pero no pienses ni por un momento que voy a traducir todo lo que quieras hablar con él, porque a mí me gusta Johnny, y no quiero que su hermano piense que soy yo la que está loca por él —le digo con malicia.
La arrastro conmigo de la mano y nos acercamos a donde están también las dos rubias modelos, como dejan de hablar cuando estamos a pocos pasos de ellas, nos damos cuenta de que debían de estar hablando de nosotras.
Los hermanos actores nos miran y nos sonríen ya que seguro que están informados de que soy buena amiga de Matt y Ellen, cuando me acerco a Andy tengo que levantar la vista para poder mirarle a los ojos. Yo mido 1,70cm pero como ellos son tan altos, ya que casi alcanzan los dos metros, cualquiera puede parecer de estatura mediana a su lado. Me siento algo paralizada cuando su hermano me mira con su sonrisa torcida tan característica y por poco me olvido de qué hago yo aquí. Mi amiga me aprieta la muñeca y vuelvo a la Tierra. Estoy muerta de vergüenza, pero tengo una misión que llevar a cabo, si no quiero que Carmen se enfade conmigo por no aprovechar la oportunidad de ligar con el famoso actor.
—Hola —me saluda él en español.
Las dos nos quedamos sorprendidas y enseguida él nos aclara que habla un poco nuestro idioma. Yo me alegro por quitarme ese peso de encima y así mi amiga puede seguir hablando con él mientras se alejan juntos hacia la barra de la discoteca.
Me quedo un rato mirándolos y sonriendo ante las ocurrencias de Carmen y apenas me doy cuenta de que Johnny está a mi lado haciendo lo mismo.
—Creo que a mi hermano le gusta tu amiga —me informa en inglés.
—Bueno… es una buena chica, espero que se lleven bien.
—Estoy seguro —dice sonriendo de forma que queda claro que su comentario tiene un significado no tan oculto.
En este momento me doy cuenta de que es posible que Andy esté realmente interesado en ella y me alegro.
—¿Desde cuándo conoces a mi hermano? —me pregunta dejándome desconcertada.
—No le conozco, nos acaban de presentar.
—Me refiero a Matt —señala hacia el atractivo hombre de pelo oscuro que baila muy pegado a Ellen.
—¿Matt es tu hermano? —pregunto sorprendida.
La música está alta, pero aún así se oye mi grito de desconcierto cuando Johnny me informa de su relación con un hombre al que conozco desde hace poco más de tres años, algo después que a su mujer. Menos mal que no me he acercado mucho para hablarle, porque de lo contrario le habría dejado sordo. Me sonrojo, pero por su expresión parece que no se ha dado cuenta debido a la poca iluminación del local.
Él asiente y me sonríe. Le respondo y parece pensativo por un momento. Me pregunta por mi trabajo y cómo es que he acabado viviendo en California. Le aclaro que quise ampliar mis horizontes y me pongo triste pensando que fue la tensión con mis padres en ese momento lo que me dio el empujón que me hacía falta para irme. Cuando decidí estudiar lenguas modernas en lugar de medicina igual que ellos se llevaron una decepción. Mis escapadas a distintos puntos de España no les hacían mucha gracia, a pesar de que al principio no iba sola, pero cuando empecé a salir del país sin compañía en busca de nuevas experiencias fue el colmo y empezaron a agobiarme hasta casi desesperarme.
Antes de que eso ocurriera me compraron el piso que adoro desde que lo vi la primera vez, pero eso no me quitaba las ganas de viajar aunque siempre volvía a las pocas semanas y cuando descubrí lo que realmente me gustaba de esos viajes les dije que no me iba a buscar un trabajo estable en la ciudad, porque aunque ellos no lo sabían, ya lo había encontrado. Por aquel entonces llevaba más de cinco años documentándome y viajando a diversos países y escribiendo divertidas guías de viajes en las que escribía mis anécdotas personales, entrevistas a gente de todo tipo, fotos que iba tomando de diversos lugares para que estuvieran actualizadas según el año de publicación y opiniones personales sobre todas mis vivencias. Claro que todo esto lo hice con el nombre de Sophie Thompson porque en un principio no me hacía mucha gracia que mis padres supieran exactamente lo que hacía fuera de España.
Al final les hablé del tema y aunque no era lo que ellos querían para mi futuro, creo que lo entendieron, al menos intentaban comprender que había encontrado mi vocación. Ellos no la compartían, claro, y estoy segura que ahora, después de tanto tiempo, sus esperanzas siguen puestas en que vuelva a España de forma permanente y con un trabajo estable.
Fue una época dura, que con el tiempo hemos ido superando. Creo que se resignaron al hecho de que tenía que buscarme la vida por mi cuenta, aunque ellos no son de los que se rinden.
Cuando se dieron cuenta de que mi trabajo estaba teniendo éxito en diversos países donde publicaba, vieron que me lo tomaba en serio. No estoy segura de que lleguen a aprobarlo algún día, pero por lo menos no me atosigan con sus ideas de cómo tendría que enfocar mi vida laboral.
Miro a Johnny y casi me desmayo al notar su proximidad y su mirada intensa, es complicado distinguir el color de sus ojos en la oscuridad de la discoteca, pero como los veo a menudo en televisión sé que son una mezcla de color castaño, verde y ámbar. De repente baja su rostro para hablar cerca de mi oído:
—¿Cómo es que hablas tan bien mi idioma? —pregunta en inglés.
Intento tragar saliva con dificultad, ya que el acercamiento me está provocando un ataque al corazón aunque él lo haga con tanta naturalidad. Un olor atrayente y masculino me envuelve, estoy segura de que en cualquier momento me caeré redonda al suelo. Respiro hondo varias veces mientras miro a otro sitio simulando que busco a Carmen, pero sé exactamente donde está. Ligando con Andy. No me sorprende en absoluto, pero en este momento deseo que esté a mi lado dándome apoyo y así evitar quedar como una tonta incapaz de soltar una frase con coherencia, aunque creo que ya es tarde para eso. Disimulo como puedo y doy un paso atrás mientras bebo un poco para intentar sosegarme.
—He estudiado inglés desde niña y lo he practicado bastante.
—Lo sé, pero muchos no pueden disimular sus raíces, en cambio tú parece que has vivido en América desde siempre —me dice con una sonrisa.
—Sí… esto… vivo en Santa Mónica desde hace cinco años —digo hipnotizada. No puedo desviar la mirada de sus labios, cada vez más cerca de los míos.
—Claro eso lo explica —su voz grave me provoca un escalofrío y veo que se acerca peligrosamente hasta casi tocarme.
Me deja sin respiración, este hombre es tan atractivo que una no puede quitarle los ojos de encima y con esa voz tan sensual que tiene cuando habla, hace que me quede inmovilizada y tenga ganas de decirle que haré todo lo que me pida.
Mi mente vuelve a razonar cuando con el rabillo de ojo veo que una de las chicas rubias llamada Candice se queda mirando en nuestra dirección con cara de querer matarme.
Sin poder evitarlo me entra la risa nerviosa, sé que estoy entrando en terreno peligroso. A mí me gusta mantenerme al margen de toda complicación y ahora estoy al lado de un actor famoso seguido por millones de personas y de una modelo guapísima que parece estar celosa de mi acercamiento con el objeto de sus deseos. De un momento a otro estoy viendo que se va a encarar conmigo para decirme que me aleje de él. Estoy segura de que me puedo meter en un lío absurdo y no tengo ganas de esas bobadas. Johnny me observa con los ojos entrecerrados, no sé si tenía intención de besarme, pero si era así, que me ría le habrá desconcertado, aunque no puedo evitarlo, me pasa cuando estoy nerviosa.
—¿Qué ocurre?
—Nada. Bueno… creo que tu amiga tiene ganas de que me aleje de ti —le digo señalando con sutileza la dirección donde se encuentra Candice observándonos.
Entonces ella cambia de expresión, se queda mirándolo con cara de niña buena y sonríe de oreja a oreja. Me parece de lo más infantil, pero entiendo perfectamente que quiera atraer su atención.
—Mi cuñada las ha traído. Cuando se enteraron de que veníamos se apuntaron al viaje, créeme cuando te digo que Candice es insufrible pero Maya es mucho peor, casi me doy la vuelta en el aeropuerto. Ellen está empeñada en emparejarme y mi hermanito le sigue el juego —explica con una evidente molestia dirigida a Matt, su hermano mayor—. Por desgracia son íntimas amigas y nos vemos en muchas ocasiones. Creo que si tuviera novia, mi cuñada dejaría de intentar buscarme una ella misma.
—Sí, supongo —le digo no muy convencida.
He oído muchos rumores sobre los hermanos Harrison, al parecer son unos ligones de primera a pesar de que no se les conozca ninguna relación seria, y aunque no suelo hacer caso de ese tipo de chismorreos, me pregunto si habrá tenido algún tipo de relación con Candice o si es ella la que desea tenerla. Desde luego no voy a preguntarle, no estoy segura de querer conocer la respuesta y tampoco es de mi incumbencia. Le miro y creo que debe de estar en otra galaxia, tiene el entrecejo fruncido y parece que le da vueltas a algo. Vuelve su mirada penetrante hacia mí y noto un hormigueo en el estómago. Tiene una expresión calculadora y seria, me pregunto qué le estará pasando por la cabeza.
—¿Tú sales con alguien ahora? —suelta de repente.
—No, ni quiero —le contesto sinceramente.
—Bueno, yo tampoco busco nada, pero si le hago creer a Candice que tengo una relación me dejará en paz, ¿no crees?
—Puede ser, pero algunas mujeres son muy persistentes —le digo sonriendo mientras veo que la imponente rubia se aproxima.
Johnny me pega a él y pone una mano en mi cintura para acercarme a su cuerpo. Me falta el aliento al notar su calor a través de mi vestido, casi me derrito.
—Sígueme el rollo, por favor. Si fingimos que estamos saliendo, podré disfrutar del viaje y no me seguirá como un perrito faldero toda la semana —continúa hablando rápidamente ya que Candice está cada vez más cerca—. Te compensaré, te lo prometo.
Estoy a punto de negarme en redondo cuando le miro y noto su dulce aliento muy cerca, provocando un hormigueo en mis terminaciones nerviosas. Nuestros labios casi se tocan y mientras le miro a los ojos noto que la razón me abandona.
No puedo decirle que no cuando me habla de esa manera. Una parte de mí se muere por interpretar ese papel, cuántas veces no habré deseado estar en la piel de su compañera de reparto en la serie que tanto me gusta, para que el actor se fije en mí. La verdad es que parezco una adolescente encaprichada, pero supongo que no pasará nada por dejarme llevar por la locura una vez más…
—Está bien —digo en voz baja y en español. Sé que me ha entendido porque asiento con la cabeza nerviosamente y él me deslumbra con su característica sonrisa torcida. Creo que es el hombre más atractivo que he tenido el placer de conocer.
Suelto un gran suspiro algo tembloroso, “¿en qué lío me estoy metiendo?


jueves, 10 de abril de 2014

Comentarios de "Un viaje salvaje"

Gracias!!!!!!!!! Por todos vuestros comentarios, todos ellos me ayudarán a mejorar y crecer como escritora, me encanta saber que os está gustando.
Abrazos!!


















lunes, 7 de abril de 2014

Primer capítulo de "Un viaje salvaje"

Espero que os guste.



Prólogo




La maleta está preparada, el billete y toda la documentación en mi bolso. Apenas faltan seis horas para volar hacia España, mi tierra.
Estoy deseándolo.
Voy a la cocina a prepararme un sándwich cuando oigo el móvil en alguna parte. Seguro que lo he dejado en el salón, lo encuentro y veo que es un mensaje de Carmen: está deseando verme y que salgamos de fiesta. Es algo que no hago últimamente, ya que no voy a Madrid desde Navidad y ahora en plena entrada del verano, digamos que es mi época favorita para desmadrarme un poco. Tengo ganas de que salgamos juntas de copas, será fantástico.
Le contesto brevemente y como ya he hablado con mis padres, apago el móvil y lo guardo en mi bolso.
Busco el teléfono que suelo usar aquí en América y llamo a Alison.
Ella trabaja conmigo en la revista “Viajes sobre el mundo” desde hace poco más de un año, mientras que yo estoy allí desde hace cuatro. Me alegré mucho que fuera la sustituta de mi ex compañera, era una petarda de mucho cuidado, era imposible colaborar con ella en nada, sin embargo Ali es increíble: una chica sencilla y simpática, tiene un hijo de tres años llamado Ben, un pequeño diablillo rubio como su madre y con unos ojazos verdes, que no solo ha heredado de ella, sino que también de su padre. Por desgracia éste no quiso saber nada del pequeño y mi amiga lo está criando sola.
Sus padres viven en Nueva York y no son lo que se dice, transigentes a la hora de perdonar a su única hija por tener un bebé sin estar casada.
En mí ha encontrado un gran apoyo, desde luego sabe muy bien que podrá contar siempre conmigo, porque sé muy bien lo que es ser hija única y no tener a tus padres a tu lado.
En mi caso, la verdad es que fui yo la que me alejé de ellos. Los quiero muchísimo, eso desde luego. Sin embargo soy muy independiente, siempre me ha gustado buscarme la vida a mi modo: viajando, escribiendo, soñando…
Ellos serían más felices si me hubiese decantado por la medicina en lugar de llevar una vida de nómada, como suelen decir, pero soy feliz viviendo a mi manera. Ahora hace cinco años que vivo en California y la verdad es que estoy empezando a sentir que éste es mi sitio.
Descuelga el teléfono y el silencio dura unos segundos.
—Estoy llegando —suelta Alison sin saludar.
—Tarde como siempre —le digo riendo—, no dirás que es por problemas de aparcamiento, ¿qué estabas haciendo?
—Lo siento, es que la canguro se ha retrasado.
—Ah, está bien —le digo algo confusa—. Creí que traías a Ben. No vamos a ir a ningún sitio, ¿o sí?
—Bueno… —hace una pequeña pausa— Me gustaría ir de compras, mañana he quedado con Mark, por fin, y necesito algo para deslumbrarle, ya sabes…
—Ah, ¡qué bien!
Intento disimular la inmensa alegría que me produce saber que por fin mi compañero de la revista se ha animado a pedirle una cita a mi amiga, ya era hora. Es un poco tímido y me ha costado horrores convencerle de que dé el paso, ya que a ella también le gusta y hacen una pareja ideal. Entraron a trabajar casi al mismo tiempo, es difícil pasar por alto las miradas que se lanzan desde sus mesas de trabajo, pero ninguno se ha atrevido a intercambiar con el otro más que unos cuantos saludos. Ali a veces me dice lo mucho que le atrae, no se puede negar que es un bombón. No es exactamente mi tipo, pero es un hombre guapo y educado, trabaja estupendamente y siempre puedes contar con él cuando se le necesita. Suficiente para que yo intentara hacer de celestina hace unas semanas, prefiero no inmiscuirme en la vida de los demás, pero me da rabia a veces, que dos personas maduras y adultas que se gustan, no sean capaces de hacer una pregunta tan sencilla como: ¿Quieres salir a tomar una copa? ¿Te invito a un café? O algo que les sirva para poner en marcha una relación.
Creo que como Mark está siempre perseguido por las lagartas que trabajan en las diversas secciones de la revista, mi amiga se siente algo cohibida, tuve que remediarlo y un día puse mi plan en marcha. Él ha resultado ser un buen amigo, tras hablarle un poco de Ali y quedar con los dos para comer varias veces, han empezado a llevarse bien, tanto que al parecer, mañana van a tener oficialmente una cita. Bueno, no se puede decir que todo el mérito sea mío, mi amiga y compañera es una gran persona. Espero sinceramente que Mark sea todo lo que demuestra ser y no le haga daño, por su bien.


  

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Mirando el reloj de pulsera me doy cuenta, de que tras salir a correr durante aproximadamente media hora, estoy más agotada de lo normal. Es algo que hago a menudo para estar en forma, aunque me parece que después del viaje en avión de casi veinte horas, hacer ejercicio no es la mejor idea que he tenido. Solo deseo meterme en la bañera y pasar ahí otros treinta minutos como poco.
Me dirijo al cuarto de baño y paseo la mirada por mi piso, al que a menudo echo de menos, más aún tras varios meses sin venir a Madrid. Apenas puedo contener una sonrisa de satisfacción, no es que me guste más que la casa que tengo en el famoso barrio de Los Ángeles, pero me esmeré mucho en que estuviera a mi gusto y me encanta pasar tiempo aquí. Siempre que vuelvo a la ciudad, una sensación de paz me inunda. Deseo venir más a menudo, no solo en navidades y ocasionalmente en mis vacaciones de verano, como ahora, pero mi vida en California es tranquila y sin la presión que ejercen mis triunfadores padres, que son un poco intransigentes a la hora de pensar en mi carrera profesional.
Cuando los llamé para avisarles de que pasaría dos semanas con ellos, se alegraron enormemente, aunque sé que también piensan en la posibilidad de hacerme cambiar de idea y me quede para siempre aquí con ellos.
No consiguen ocultar que me echan de menos cada día, y además cada vez que pongo un pie en el país, aprovechan para intentar sin éxito, convencerme de que me busque un trabajo aquí y olvide mi “obsesión” con los viajes, como suelen decir.
Mis padres llevan separados más de diez años pero tienen una buena y sana amistad. Es algo que refleja bien la personalidad de ambos: son abiertos, simpáticos y sinceros hasta niveles que a mí me cuesta soportar a veces. El centro de sus vidas sigo siendo yo y a menudo centran demasiadas energías y expectativas en mi persona, algo que hace ardua nuestra relación desde que empecé a crecer y a buscar mi independencia.
La idea de que me vaya del país continuamente les hace sufrir mucho y desde que les dije que me había comprado una casa en la costa de California para vivir allí de forma permanente hace cinco años, más aún.
Ellos tenían sus esperanzas en que me convirtiera en una cirujana de prestigio como lo son ellos, pero cuando opté por estudiar lenguas modernas, casi les hago llorar.
La verdad es que la medicina es algo que no me llama ni la más mínima atención y aunque comprendo que es lo que siempre han deseado para mí, no voy hacer algo que no me apasiona y así se lo hice saber. Sé que aún ahora, después de que hayan pasado años desde aquella época en la que me tocaba elegir mi futuro, conservan la esperanza de que, aunque continúe con mi carrera como escritora y viajera, considere hacerlo más cerca de ellos. Pero desde que me marché del país, me he dado cuenta de lo que es realmente la libertad para hacer lo que quiero, mi añoranza por ellos no es tan fuerte como el deseo de poder hacer lo que me gusta sin tener que dar explicaciones a nadie.
Cuando veo la pantalla del móvil encendida me doy cuenta de que tengo algunas llamadas y mensajes de Alison. Seguro que está deseando saber qué tal mi viaje, porque hace más de veinticuatro horas que llegué y aún no hemos hablado. Le envío un mensaje rápido, tengo que hablar con mis padres antes y puedo llamarla a ella más tarde.
Con el teléfono en la mano y mientras busco una toalla y lo que necesito para darme un baño, marco el número de mi padre. Espero pacientemente, dudo que me conteste porque con su trabajo, a menudo tengo que dejarle un mensaje cuando quiero hablar con él.
Me sorprendo un poco cuando oigo su voz.
—Hola cielo, ¿qué tal estas? —pregunta con voz alegre.
—Muy bien papá —respondo con voz cariñosa—, he descansado algo y ya me he puesto las pilas. Oye he pensado que podríais venir mañana a comer mamá y tú, supongo que te podrás escapar un rato del trabajo ¿no?
—Creo que sí, seguro que si surge alguna emergencia me podrán sustituir —me contesta, hace una pausa y continúa—. Por cierto, ¿has avisado ya a tu madre?
—No, pero tranquilo, enseguida la llamo. No te molesto más si estás ocupado. Nos vemos.
—Vale. Hasta mañana.
Cansada tras la carrera, me siento en un taburete mientras la bañera se llena. El intento de hablar con mi madre se frustra cuando veo que no contesta al teléfono. Pienso que estará ocupada con algún paciente. Le escribo un breve mensaje para que venga a comer mañana, estoy deseando verla de nuevo, porque después de que los dos me recogieran en el aeropuerto, apenas les he visto. La echo muchísimo de menos, aunque me cueste admitirlo a veces.
Siempre he podido recuperarme del jet lag tras un gran número de horas de sueño y pese a que a veces no consigo superarlo tan rápido, al menos el hecho de dormir nada más llegar a mi destino sí ayuda bastante, ahora me encuentro algo mejor. Sin duda un baño caliente y relajante me dejará como nueva.
Me sumerjo lentamente en la bañera, un escalofrío recorre mi cuerpo y suelto un gran suspiro.
—Oh por favor, ¿hay algo mejor que esto? —pregunto para mí misma.
Tras unos pocos minutos de tranquilidad bajo el agua caliente, veo que mi madre me llama al móvil. Qué inoportuna.
—Tendría que haberlo dejado sin sonido —suelto algo molesta por la interrupción.
—Hola mamá.
—Hola Teresa —saluda—. ¿Dónde estás cariño? Te escucho fatal.
—Lo siento, es que me estoy dando un baño, he estado haciendo ejercicio.
—Ah, muy bien. Antes no he podido responderte, estaba ocupada, ¿para qué me has llamado?
—He hablado antes con papá, quería que comiésemos juntos mañana, ¿te apuntas?
—Lo siento, pero me resultará imposible —dice con voz lastimera. Casi puedo ver su cara de tristeza, le ocurre siempre que me tiene que negar algo—. ¿Qué te parece si nos vamos de compras por la tarde? Además, creo que es mejor que estés a solas con tu padre y podáis hablar.
—Me parece bien, y si no tienes trabajo nos vamos a cenar también.
—Claro, estupendo. Tengo que dejarte cielo, hablamos mañana y me cuentas qué tal con tu padre.
—Eso no lo dudes —le digo riendo—. Te quiero mamá.
—Yo también cielo. Adiós.
Cuelga y yo me quedo pensativa. La verdad es que la noticia que de la que me hablará mi padre mañana no será del todo desconocida para mí. Mamá ya me dijo que hay alguien especial en su vida. Él no ha querido contarme absolutamente nada y menos por teléfono, pero claro, ella no ha podido guardar el secreto aunque al parecer le hizo una promesa.
Mi madre no parece afectada en absoluto y tampoco cuando lo hablamos por primera vez, pero creo que es difícil para ella aunque no diga nada al respecto y no seré yo la que ponga el dedo en la llaga preguntándole cosas sobre esa misteriosa mujer. Me alegro de que al menos lo mencionara, así no me sorprenderé demasiado cuando mi padre al fin me hable de ella.
No es que me moleste, para nada. Es su vida y ya es hora de que conozca a alguien, solo lamento que mi madre no pase página, en todos estos años no ha tenido ninguna relación, al menos que yo sepa.
A veces pienso que aún sigue enamorada de mi padre, me parece casi imposible, ya que son mejores amigos que pareja, pero creo que nunca llegaré a saberlo realmente, porque ninguno de los dos dice nada sobre lo que ocurrió hace tantos años, diez para ser exactos.
Alguna vez ambos han llegado a comentar que esperan que me case y tenga hijos algún día. Sospecho que es lo que los dos desean para mí, aunque creo que no estoy preparada para las relaciones serias y mucho menos para lo otro.
Mis padres después del divorcio, demostraron que las relaciones pueden ser cordiales siempre que haya respeto entre los dos, pero la verdad, es que creo que cuando hay sentimientos de por medio, nada es tan fácil como ellos me hacen creer. No soy ninguna ingenua, nunca me han hablado del porqué de su distanciamiento, pero sé que debió de ser algo complicado, las rupturas no llegan porque sí, siempre hay un detonante y a veces solo eres consciente de ello cuando te separas de esa persona, como me ocurrió a mí en el pasado.
Antes de que mi mente navegue en terreno pantanoso, como es el tema de mi traumática ruptura, a pesar de que hace años de aquello, cierro los ojos e intento relajarme y olvidar, o al menos enterrar muy en el fondo de mi mente, los recuerdos dolorosos y disfrutar en la deliciosa bañera con agua caliente.
Mi vida no es lo que se dice estresante, la verdad es que vivo mejor de lo que nunca llegué a imaginarme, pero jamás me negaré un baño placentero como éste.
Enciendo el hidromasaje y todo a mi alrededor parece desvanecerse por un instante. Siempre que vengo a Madrid disfruto de las comodidades del piso que muy acertadamente, dispusieron mis padres para mí. Todo es elegante y cómodo, colmaron todos mis caprichos, como muy a menudo ocurre al ser su única hija.
Pasados unos treinta minutos, decido que ya es hora de salir del pequeño balneario particular y con una toalla alrededor de mi cuerpo entro en el vestidor del dormitorio.
Salir de fiesta un sábado por la noche requiere de suficiente tiempo para prepararse y elegir correctamente lo que vas a llevar, así que opto por un vestido mini de color naranja estridente, que se lleva mucho este verano y unas sandalias con un tacón de infarto de un color marrón claro con elegantes adornos brillantes. No me gusta llamar especialmente la atención, pero me siento atrevida esta noche. Tengo ganas de ponerme algo que me encante y la verdad es que, pensándolo bien, dudo mucho que destaque porque Carmen Espejo y yo vamos a ir a uno de los locales más exclusivos de Madrid y aquello estará lleno de gente que pertenece a la élite del país, son todo glamour y sofisticación.
Como hace meses que no vengo, cuando llamé a mi mejor amiga para decirle que me gustaría salir de marcha con ella y los demás colegas, pues estaba claro donde iríamos, ya que siempre nos ha gustado salir por esta zona de Madrid donde las fiestas no acaban hasta el amanecer y la música y el ambiente son ideales para pasarlo de miedo.
Mi móvil suena y tras mirarlo veo que es un mensaje de Carmen que me dice que está llegando al portal y que baje de una vez. No sé cómo lo consigue, pero incluso por mensaje de texto es una mandona. Me encanta que sea siempre tan directa y como tengo unas ganas locas de verla, sin pensarlo dos veces voy a por mi pequeño bolso y salgo casi corriendo hacia la puerta de casa. Ya en el ascensor empiezo a ponerme nerviosa, no por nada, pero es que hace tiempo que no salgo a divertirme de noche y tengo muchísimas ganas de volver a encontrarme con mis amigos y disfrutar de todo el tiempo que pueda con ellos antes de tener que regresar a mi casa en Santa Mónica.
Debo seguir trabajando después de esta escapada y aunque me encanta pasar tiempo con mi gente, no puedo evitar pensar que he echado raíces allí. Ni yo misma me lo creo a veces, pero por fin disfruto de mi independencia y estoy fuera del influjo de mis padres y de las altas y erróneas expectativas que crearon y que sin duda, aún tienen para mí.
Cuando llego al portal, enseguida veo que una chica preciosa y con el pelo moreno casi idéntico al mío está ya esperándome, golpeando con sus increíbles tacones incesantemente. Al vernos, las dos pegamos un grito de alegría que alarma a los estirados de mis vecinos que entran en el edificio. Sin hacerles caso le doy un abrazo a la persona a quién más echo de menos desde que me marché.
Siempre que veo una oportunidad le insisto en que se venga conmigo y vivamos juntas en mi casa, pero como sé que ella además de a su familia tiene a Ricardo y están locos el uno por el otro, no he podido convencerla de que lo deje todo para cumplir un sueño que hemos compartido desde niñas: compartir piso y viajar por todo el mundo.
Después de un gran y emotivo abrazo, nos subimos en el Audi deportivo que está aparcado cerca y Carmen conduce hacia el parking del local donde hemos quedado.
—Bueno, espero que hayas descansado bien —dice mientras cambia de marchas como un rayo. Su manera de conducir me pone enferma desde siempre y no parece que vaya a cambiar nunca—. Por cierto, ¿has hablado con tu padre ya?
Yo me río ante la pregunta, hace meses que no paramos de cotillear sobre el tema de la nueva novia.
Mi madre tiene un defecto que comparto con ella, y es que es incapaz de callarse nada. Un día hablando por teléfono se le escapó y me hizo prometer que no diría nada a nadie, porque mi padre quería contármelo en persona. Claro que mi promesa no duró mucho al darme cuenta de que en una de mis muchas conversaciones por chat con Carmen, solté la bomba y ya no hubo marcha atrás. No le conté demasiado en verdad, ya que ni siquiera yo conozco a la susodicha, pero somos incapaces de dejar las especulaciones, a menudo parecemos dos adolescentes cotillas con legua viperina. No tenemos remedio, a nuestros veintinueve años, nos resulta difícil cambiar nuestra forma de ser.
—Mañana hemos quedado a comer—le digo—, mi madre no podrá venir, pero supongo que será más fácil hablar con él a solas. Pobrecito, pensará que le voy a preparar un bocadillo, siguen pensando que no he madurado ni aprendido nada en absoluto desde que me fui.
—Menos mal que no nos verán esta noche —dice Carmen riendo—, y por cierto estás increíble con ese vestido.
—Gracias, tú no te quedas atrás —admiro el precioso collar que adorna su vestido de seda negro—. Karla ha hecho un buen trabajo con nosotras —le guiño un ojo a mi amiga al mencionar a una estilista de Nueva York que nos ha enseñado muchas cosas sobre moda —. Ojalá pudiera vernos.
—No sé porque no ha querido venir contigo esta vez, aquí las fiestas no serán tan glamurosas como en la gran manzana, pero igualmente son lo más —dice mientras aparca y se retoca el maquillaje antes de bajar del coche. Yo hago exactamente igual.
Al salir del flamante deportivo plateado, unos hombres vestidos muy formalmente nos echan el ojo y nos dedican unas deslumbrantes sonrisas que aumentan sus atractivos rostros. Mi amiga se queda embobada mirándolos y sé que ella solo se fija en los pocos mortales en los que tiene algún interés, por ese motivo me quedo desconcertada y no puedo evitar hacerle la gran pregunta que me tiene mortificada desde hace varios meses.
—A ver, ¿se puede saber qué pasa entre Ricardo y tú? Últimamente eres incluso más esquiva que yo con ese tema y ya de por sí es preocupante, pero verte mientras le lanzas miradas a ese tío es lo más raro que he presenciado en años —con mis brazos en jarras, espero con poca paciencia y el ceño fruncido a que se explique—. Si lleváis más de siete años saliendo, ¿qué ocurre?
—No pretendía ocultártelo, pero es humillante hablar de esto y más aún por teléfono —dice con semblante serio—, ha empezado a salir con María Molina y no digas nada, estoy segura de que sabes de quién te hablo.
—¿Qué? —pregunto estupefacta, casi gritando.
Claro que sé quién es, trabajó con Carmen en su estudio de fotografía cuando lo abrió. Demostró tener un interés preocupante por Ricardo y mi amiga no dudó en despedirla cuando pasó el periodo de prueba. Tuvieron una terrible discusión en la que María llegó a amenazarla, diciendo que ya se las vería con ella. Ninguna creímos entonces sus palabras, nos imaginamos que estaría molesta por perder su trabajo, pero está claro que nos equivocamos.
—Pues lo que no sabes, es que hace unos dos meses, la invité a casa para hablar sobre el reportaje que íbamos a hacer para su boda. Me pidió perdón por lo ocurrido, dijo que era feliz con su novio y tiene un trabajo estupendo. No dudé de ella —dice con cara de confusión—. Fue raro que me dijera que no podía ir al estudio porque le venía mal el horario, pero no sé, no lo pensé y le dije que podía venir a casa al medio día. Tomás me llamó desde el estudio preocupado porque no encontraba un álbum de fotos que recogerían esa tarde y tuve que ir a ayudarle. Cuando llegué a casa… —su mirada se ensombrece y se aclara la garganta, lo cual me indica que se está atormentando con el recuerdo— me los encontré revolcándose en el sofá del salón.
—¡Dios mío! —suelto con la boca abierta—.Y entonces… ¿qué hiciste?
Me quedo alucinada cuando veo que Carmen me mira y sonríe de manera perversa. Por un momento estoy imaginando que está triste por lo ocurrido y de repente la veo poner una expresión maliciosa y carcajearse delante de mis narices. La miro desconcertada por su reacción.
—Les dije que estarían increíbles para un reportaje pornográfico y que cuando acabaran, me llamaran al móvil —explica sin inmutarse apenas—. Me largué de allí y a las dos horas o así, Ricardo me llamó al estudio y me dijo que María no estaba y que teníamos que hablar. Obviamente le dije gritando que no pensaba escuchar sus penosas excusas y que desapareciera de mi vista mientras iba a recoger mis cosas. Por la noche haciendo la maleta descubrí que el álbum de fotos perdido estaba en casa con una nota de esa petarda diciendo que la venganza se sirve mejor fría.
—Vaya, menuda hija de… —callé. Preferí guardarme los calificativos que iban a salir de mi boca—. ¿Y todo terminó así sin más? ¿No hablaste con Ricardo?
Carmen me mira con cara de pocos amigos. En seguida me arrepiento de mis palabras.
—¿Qué querías que hiciera, que me uniera a ellos o le diera unas palmaditas en la espalda? —espeta furiosa.
—Maldita sea, claro que no. Pero digo yo que al menos podrías haberte enterado de qué es lo que pasaba entre los dos —le digo—. Ya sabes que creo que el amor solo existe en el cine, y ni aún así es creíble, pero creo que es importante conocer la verdad. ¿Llegaron a acostarse aquel día? Quizás ella lo preparó todo para que los pillaras de esa forma y en realidad no ocurrió nada. Es posible que empezaran algo cuando ya no estabais juntos.
—Es un cabronazo, me da igual que ella solo le estuviera utilizando entonces, eso no cambia las cosas y además… unas semanas más tarde me enteré de que salían juntos. La única verdad que me interesa es que es un cerdo y no merece la pena —dice Carmen más suavemente—. Después de tantos años creí que todo iba bien y que llegaríamos a dar el siguiente paso pronto, pero definitivamente él no estaba preparado para eso. Creo que fue su forma de hacérmelo comprender.
—¿A qué te refieres?
—Bueno… el último año le hablé de mi intención de pasar por el altar en un futuro no muy lejano, pero veo que él no quería lo mismo —suspira y vuelve a sonreír como para quitarle importancia—. Fue contundente al demostrármelo, ¿no crees?
Casi no puedo creer lo que estoy viendo. Mi mejor amiga siempre ha sido una chica alocada, pero una romántica empedernida. Sé que estaba enamorada de su hombre y al parecer descubrir el engaño de éste, la ha convertido en una cínica de las relaciones. Está claro que ahora se parece más a mí de lo que me imaginé, y no sé por qué, pero la idea no me agrada demasiado.
Parece que no le ha afectado, y eso en cierto modo me asusta, no sé si es que realmente le ha olvidado, o si por el contrario, está reprimiendo lo que siente y en cualquier momento se dará cuenta de lo que ha ocurrido y explotará.
Carmen siempre me decía que era el hombre de su vida y ahora habla de Ricardo como si no significase nada para ella. Desde luego creo que nunca llegaré a entender el curso que siguen las relaciones de las personas que hay a mi alrededor. Y mucho menos las mías.


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