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domingo, 13 de abril de 2014

Capítulo 2 de "Un viaje salvaje"

Espero que os guste.




2



Al entrar en el local nos damos cuenta de que aún no hay demasiada gente, son las doce y falta al menos una hora para que la fiesta esté en su apogeo. Nosotras subimos a la tercera planta, donde la música es un poco más suave antes pasar a la terraza y empezar la fiesta de verdad y que estamos deseando disfrutar.
Carmen aprovecha para contarme lo mal que lo ha pasado después de romper su relación, muy poca gente sabe que han terminado aunque algo sospechan, ya que solían estar juntos siempre y es demasiado obvio. No desea dar explicaciones y mucho menos hablar de los detalles escabrosos de la ruptura. Me dice una cosa que me sorprende y es que pasó página e intentó ser fuerte igual que lo soy yo, pero después de haber pasado por muchas relaciones desastrosas lo que menos me siento es alguien fuerte, aunque es lo que intento aparentar, en mi interior noto que la soledad no me abandona tan fácilmente como suelo fingir. Sin duda eso ha cambiado desde que me marché. Fue como borrar todo mi pasado y empezar de cero.
El local se está llenando y nuestros amigos poco a poco van apareciendo, somos un grupo numeroso y como algunos de ellos vienen muy bien acompañados, tanto mis amigas como los chicos con los que siempre salíamos de fiesta, casi llenamos media sala.
Me siento como en casa, literalmente lo estoy, pero al principio creí que sería extraño reencontrarme con gente con la que solía relacionarme años atrás y con los que apenas he tenido contacto desde que me fui. Siempre que vengo es para pocos días y no tengo tiempo de quedar con ellos, pero veo que todos están felices de verme y gracias a ello estoy divirtiéndome como hace tiempo que no hago, ya que en América apenas salgo si no es para trabajar.
El alcohol corre de forma peligrosa y ya empiezo a notar sus efectos a las tres de la madrugada.
De pronto me doy cuenta que estoy como una cuba porque me imagino cosas raras, pero soy consciente de que las personas que se van acercando hasta donde estamos mis amigos y yo, son reales y me sonríen mientras vienen a nuestro encuentro.
El grupo es numeroso y a la mitad no los conozco de nada, pero una buena amiga y su marido van cogidos de la mano y apartando a la gente con delicadeza mientras se abren paso.
Carmen, que está a mi lado, me agarra del brazo y me zarandea preguntándome por qué he dejado de bailar. Con el dedo le señalo al grupo que se acerca y le digo que son conocidos míos. Ella como es lógico reconoce a la mujer que aparece la primera, porque es una famosa magnate del mundo empresarial y vuelve a apretarme el brazo y a gritarme como una posesa que cómo es que la conozco. Mientras me encojo de hombros y le sonrío con suficiencia ella se acerca a nuestro grupo de amigos para anunciarles que tenemos nueva compañía. En este momento, con el vaso en la mano, bebo un poco del combinado que me he pedido y Carmen llega a mi lado. Se queda quieta y me pregunta con una expresión que la hace parecer hipnotizada:
—¿Estás viendo lo mismo que yo?
Tiene la boca abierta del asombro y enseguida pone cara de ligar y se muerde el labio de manera sugerente. Yo me estoy riendo de ella porque a veces puede ser muy exagerada, estoy segura de que se refiere a Matt, el marido de mi amiga Ellen y que casi nos ha alcanzado. Es sin duda muy atractivo, pero aparte de estar felizmente casado, no es mi tipo, aunque estoy viendo que Carmen está loca por el conocido director de cine.
—¡Dios mío, no me puedo creer que estén aquí! —exclama gritando y sorprendiéndome. Pensé que se refería a Matt, pero no es así.
Ella mira más atrás donde dos hombres con un intenso parecido se van acercando, junto a la pareja que conozco y a otras chicas que por su figura y su ropa, enseguida me doy cuenta de que deben de ser actrices o modelos, quizás ambas cosas.
Al principio no los reconozco, pero al ir acercándose me doy cuenta de que son unos famosos actores de la serie que sigo desde hace más de cuatro años y a la que estoy enganchada hasta el punto de no querer salir de casa ni hablar con nadie, cuando está saliendo por la televisión.
Por poco se me cae el vaso de la mano y voy corriendo a dejarlo en la mesa donde están sentados mis amigos. Me va a dar un infarto, respiro hondo varias veces porque estoy segura de que si me ven en este estado, pensarán que estoy loca o que soy de esas fanáticas de las series, cosa que en parte es cierto, pero ellos no tienen por qué saberlo.
No es que ver o conocer en persona a una persona famosa sea algo nuevo para mí. En California es algo normal, además he hecho algunas entrevistas para mis artículos a diversos famosos. Por si fuera poco, tengo una relación estrecha con Matt y Ellen, que son la élite de las estrellas, pero otra cosa muy distinta es que mi actor favorito junto con su hermano gemelo, estén en mi ciudad y a pocos metros.
Ellen corre hacia mí en cuanto puede y me abraza con fuerza. Se nota que la atractiva empresaria está feliz de verme y yo me alegro de que me eche de menos, porque en poco tiempo la he llegado a considerar una de las mejores personas que he conocido y somos buenas amigas desde hace tres años. Saludo a Matt y a Karla, la estilista que trabajaba conmigo en muchas ocasiones y me ayuda siempre que se lo pido. La verdad es que me sorprende verla aquí.
Mis amigos solteros enseguida están a mi lado esperando poder conocer a las atractivas mujeres y cuando nos presentan a las dos modelos que los acompañan, Mario y David se quedan embobados y empiezan a ligar con ellas. Algo que me hace gracia, ya que se les ve claramente interesadas en los hermanos actores y por supuesto no hablan nada de español.
Ellen al ver que observo a mi actor favorito -y amor platónico desde hace años- se acerca hasta él y nos presenta, también a su hermano. Ella sabe que a mí me vuelve loca porque a menudo me pongo a parlotear sobre ellos y la serie que me tiene enganchada, pero nunca mencionó que los conociera personalmente, aunque es algo de lo más corriente, porque allí en su tierra difícilmente pueden no conocerse, ya que deben de coincidir en los eventos a los que están acostumbrados a asistir.
Estoy tan feliz de verles que me siento como en una nube, pero aún así les pregunto cómo es que han decidido venir a España sin avisarme. No lo digo para nadie en particular, ya que se miran y sonríen entre ellos y enseguida soy consciente de algo obvio, han decidido adelantar el viaje que pensaban hacer para venir a verme aunque no me imaginé que pudieran tener tiempo de hacerlo ahora, a comienzos de verano.
—¿Qué ocurre? ¿No te alegras de vernos? —pregunta Ellen en inglés.
—Claro que sí —respondo en inglés también—, no pensé que pudierais venir tan pronto. Apenas acabo de llegar —le digo soltando una carcajada.
—Te echábamos de menos, además Karla tiene que ir a Francia en pocos días por trabajo, y pensamos acompañarla aprovechando los días que tenemos libres.
Ellen está frenética y da saltos bailando al son de la música a mi lado, contagiándome su alegría, ahora mismo no es la mujer de negocios que conozco, sino una amiga de treinta años que está casi más loca que yo.
En este momento me doy cuenta de que mis amigos nos miran con un interés extraño. Me percato de que estoy hablando en otro idioma con la multimillonaria Ellen Harrison y es evidente que a ellos les atrae.
Yo misma debo de resultar una extranjera más.
—Vaya, cuando hablas así estás muy sexy —Carmen me arrastra con ella al fondo de la pista de baile—. Creía que los conocías y no me habías dicho nada al respecto, pero ya veo que no —dice refiriéndose a los atractivos actores que nos gustan tanto a las dos—. Yo me pido a Andy, creo que está soltero, ¿no? ¿Por qué no le pides con tu maravilloso nuevo acento que me invite a una copa?
—¡Estás loca, si no le conozco de nada!
—Vamos, si se lo pido yo, no se va a enterar de nada, no ves que no hablo inglés desde el instituto —me suelta haciendo un mohín—. Debí aprender cuando lo hiciste tú, ahora no necesitaría a una intérprete para ligar con el actor buenorro.
—Estoy segura de que él querrá aprender español solo para poder invitarte —al ver la expresión de súplica de Carmen no puedo negarme—. Está bien, le diré que estás deseando conocerle, pero no pienses ni por un momento que voy a traducir todo lo que quieras hablar con él, porque a mí me gusta Johnny, y no quiero que su hermano piense que soy yo la que está loca por él —le digo con malicia.
La arrastro conmigo de la mano y nos acercamos a donde están también las dos rubias modelos, como dejan de hablar cuando estamos a pocos pasos de ellas, nos damos cuenta de que debían de estar hablando de nosotras.
Los hermanos actores nos miran y nos sonríen ya que seguro que están informados de que soy buena amiga de Matt y Ellen, cuando me acerco a Andy tengo que levantar la vista para poder mirarle a los ojos. Yo mido 1,70cm pero como ellos son tan altos, ya que casi alcanzan los dos metros, cualquiera puede parecer de estatura mediana a su lado. Me siento algo paralizada cuando su hermano me mira con su sonrisa torcida tan característica y por poco me olvido de qué hago yo aquí. Mi amiga me aprieta la muñeca y vuelvo a la Tierra. Estoy muerta de vergüenza, pero tengo una misión que llevar a cabo, si no quiero que Carmen se enfade conmigo por no aprovechar la oportunidad de ligar con el famoso actor.
—Hola —me saluda él en español.
Las dos nos quedamos sorprendidas y enseguida él nos aclara que habla un poco nuestro idioma. Yo me alegro por quitarme ese peso de encima y así mi amiga puede seguir hablando con él mientras se alejan juntos hacia la barra de la discoteca.
Me quedo un rato mirándolos y sonriendo ante las ocurrencias de Carmen y apenas me doy cuenta de que Johnny está a mi lado haciendo lo mismo.
—Creo que a mi hermano le gusta tu amiga —me informa en inglés.
—Bueno… es una buena chica, espero que se lleven bien.
—Estoy seguro —dice sonriendo de forma que queda claro que su comentario tiene un significado no tan oculto.
En este momento me doy cuenta de que es posible que Andy esté realmente interesado en ella y me alegro.
—¿Desde cuándo conoces a mi hermano? —me pregunta dejándome desconcertada.
—No le conozco, nos acaban de presentar.
—Me refiero a Matt —señala hacia el atractivo hombre de pelo oscuro que baila muy pegado a Ellen.
—¿Matt es tu hermano? —pregunto sorprendida.
La música está alta, pero aún así se oye mi grito de desconcierto cuando Johnny me informa de su relación con un hombre al que conozco desde hace poco más de tres años, algo después que a su mujer. Menos mal que no me he acercado mucho para hablarle, porque de lo contrario le habría dejado sordo. Me sonrojo, pero por su expresión parece que no se ha dado cuenta debido a la poca iluminación del local.
Él asiente y me sonríe. Le respondo y parece pensativo por un momento. Me pregunta por mi trabajo y cómo es que he acabado viviendo en California. Le aclaro que quise ampliar mis horizontes y me pongo triste pensando que fue la tensión con mis padres en ese momento lo que me dio el empujón que me hacía falta para irme. Cuando decidí estudiar lenguas modernas en lugar de medicina igual que ellos se llevaron una decepción. Mis escapadas a distintos puntos de España no les hacían mucha gracia, a pesar de que al principio no iba sola, pero cuando empecé a salir del país sin compañía en busca de nuevas experiencias fue el colmo y empezaron a agobiarme hasta casi desesperarme.
Antes de que eso ocurriera me compraron el piso que adoro desde que lo vi la primera vez, pero eso no me quitaba las ganas de viajar aunque siempre volvía a las pocas semanas y cuando descubrí lo que realmente me gustaba de esos viajes les dije que no me iba a buscar un trabajo estable en la ciudad, porque aunque ellos no lo sabían, ya lo había encontrado. Por aquel entonces llevaba más de cinco años documentándome y viajando a diversos países y escribiendo divertidas guías de viajes en las que escribía mis anécdotas personales, entrevistas a gente de todo tipo, fotos que iba tomando de diversos lugares para que estuvieran actualizadas según el año de publicación y opiniones personales sobre todas mis vivencias. Claro que todo esto lo hice con el nombre de Sophie Thompson porque en un principio no me hacía mucha gracia que mis padres supieran exactamente lo que hacía fuera de España.
Al final les hablé del tema y aunque no era lo que ellos querían para mi futuro, creo que lo entendieron, al menos intentaban comprender que había encontrado mi vocación. Ellos no la compartían, claro, y estoy segura que ahora, después de tanto tiempo, sus esperanzas siguen puestas en que vuelva a España de forma permanente y con un trabajo estable.
Fue una época dura, que con el tiempo hemos ido superando. Creo que se resignaron al hecho de que tenía que buscarme la vida por mi cuenta, aunque ellos no son de los que se rinden.
Cuando se dieron cuenta de que mi trabajo estaba teniendo éxito en diversos países donde publicaba, vieron que me lo tomaba en serio. No estoy segura de que lleguen a aprobarlo algún día, pero por lo menos no me atosigan con sus ideas de cómo tendría que enfocar mi vida laboral.
Miro a Johnny y casi me desmayo al notar su proximidad y su mirada intensa, es complicado distinguir el color de sus ojos en la oscuridad de la discoteca, pero como los veo a menudo en televisión sé que son una mezcla de color castaño, verde y ámbar. De repente baja su rostro para hablar cerca de mi oído:
—¿Cómo es que hablas tan bien mi idioma? —pregunta en inglés.
Intento tragar saliva con dificultad, ya que el acercamiento me está provocando un ataque al corazón aunque él lo haga con tanta naturalidad. Un olor atrayente y masculino me envuelve, estoy segura de que en cualquier momento me caeré redonda al suelo. Respiro hondo varias veces mientras miro a otro sitio simulando que busco a Carmen, pero sé exactamente donde está. Ligando con Andy. No me sorprende en absoluto, pero en este momento deseo que esté a mi lado dándome apoyo y así evitar quedar como una tonta incapaz de soltar una frase con coherencia, aunque creo que ya es tarde para eso. Disimulo como puedo y doy un paso atrás mientras bebo un poco para intentar sosegarme.
—He estudiado inglés desde niña y lo he practicado bastante.
—Lo sé, pero muchos no pueden disimular sus raíces, en cambio tú parece que has vivido en América desde siempre —me dice con una sonrisa.
—Sí… esto… vivo en Santa Mónica desde hace cinco años —digo hipnotizada. No puedo desviar la mirada de sus labios, cada vez más cerca de los míos.
—Claro eso lo explica —su voz grave me provoca un escalofrío y veo que se acerca peligrosamente hasta casi tocarme.
Me deja sin respiración, este hombre es tan atractivo que una no puede quitarle los ojos de encima y con esa voz tan sensual que tiene cuando habla, hace que me quede inmovilizada y tenga ganas de decirle que haré todo lo que me pida.
Mi mente vuelve a razonar cuando con el rabillo de ojo veo que una de las chicas rubias llamada Candice se queda mirando en nuestra dirección con cara de querer matarme.
Sin poder evitarlo me entra la risa nerviosa, sé que estoy entrando en terreno peligroso. A mí me gusta mantenerme al margen de toda complicación y ahora estoy al lado de un actor famoso seguido por millones de personas y de una modelo guapísima que parece estar celosa de mi acercamiento con el objeto de sus deseos. De un momento a otro estoy viendo que se va a encarar conmigo para decirme que me aleje de él. Estoy segura de que me puedo meter en un lío absurdo y no tengo ganas de esas bobadas. Johnny me observa con los ojos entrecerrados, no sé si tenía intención de besarme, pero si era así, que me ría le habrá desconcertado, aunque no puedo evitarlo, me pasa cuando estoy nerviosa.
—¿Qué ocurre?
—Nada. Bueno… creo que tu amiga tiene ganas de que me aleje de ti —le digo señalando con sutileza la dirección donde se encuentra Candice observándonos.
Entonces ella cambia de expresión, se queda mirándolo con cara de niña buena y sonríe de oreja a oreja. Me parece de lo más infantil, pero entiendo perfectamente que quiera atraer su atención.
—Mi cuñada las ha traído. Cuando se enteraron de que veníamos se apuntaron al viaje, créeme cuando te digo que Candice es insufrible pero Maya es mucho peor, casi me doy la vuelta en el aeropuerto. Ellen está empeñada en emparejarme y mi hermanito le sigue el juego —explica con una evidente molestia dirigida a Matt, su hermano mayor—. Por desgracia son íntimas amigas y nos vemos en muchas ocasiones. Creo que si tuviera novia, mi cuñada dejaría de intentar buscarme una ella misma.
—Sí, supongo —le digo no muy convencida.
He oído muchos rumores sobre los hermanos Harrison, al parecer son unos ligones de primera a pesar de que no se les conozca ninguna relación seria, y aunque no suelo hacer caso de ese tipo de chismorreos, me pregunto si habrá tenido algún tipo de relación con Candice o si es ella la que desea tenerla. Desde luego no voy a preguntarle, no estoy segura de querer conocer la respuesta y tampoco es de mi incumbencia. Le miro y creo que debe de estar en otra galaxia, tiene el entrecejo fruncido y parece que le da vueltas a algo. Vuelve su mirada penetrante hacia mí y noto un hormigueo en el estómago. Tiene una expresión calculadora y seria, me pregunto qué le estará pasando por la cabeza.
—¿Tú sales con alguien ahora? —suelta de repente.
—No, ni quiero —le contesto sinceramente.
—Bueno, yo tampoco busco nada, pero si le hago creer a Candice que tengo una relación me dejará en paz, ¿no crees?
—Puede ser, pero algunas mujeres son muy persistentes —le digo sonriendo mientras veo que la imponente rubia se aproxima.
Johnny me pega a él y pone una mano en mi cintura para acercarme a su cuerpo. Me falta el aliento al notar su calor a través de mi vestido, casi me derrito.
—Sígueme el rollo, por favor. Si fingimos que estamos saliendo, podré disfrutar del viaje y no me seguirá como un perrito faldero toda la semana —continúa hablando rápidamente ya que Candice está cada vez más cerca—. Te compensaré, te lo prometo.
Estoy a punto de negarme en redondo cuando le miro y noto su dulce aliento muy cerca, provocando un hormigueo en mis terminaciones nerviosas. Nuestros labios casi se tocan y mientras le miro a los ojos noto que la razón me abandona.
No puedo decirle que no cuando me habla de esa manera. Una parte de mí se muere por interpretar ese papel, cuántas veces no habré deseado estar en la piel de su compañera de reparto en la serie que tanto me gusta, para que el actor se fije en mí. La verdad es que parezco una adolescente encaprichada, pero supongo que no pasará nada por dejarme llevar por la locura una vez más…
—Está bien —digo en voz baja y en español. Sé que me ha entendido porque asiento con la cabeza nerviosamente y él me deslumbra con su característica sonrisa torcida. Creo que es el hombre más atractivo que he tenido el placer de conocer.
Suelto un gran suspiro algo tembloroso, “¿en qué lío me estoy metiendo?


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